Fortalecer la salud mental desde la ciudadanía

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Dirigentes, políticos y personas capaces de mirar más allá de las apariencias tienen la obligación de contrarrestar el híper individualismo en que la sociedad de consumo ha ido sumiendo a las personas en todo el mundo. La equivocada creencia que el lujo y el derroche nos hacen mejores frente a los demás ha llevado a nuestra sociedad al egoísmo, la pérdida de la solidaridad e incluso de la caridad por los demás. Nunca como ahora se vive una cultura que el dinero es lo único que cuenta en la vida.

“Curacaví prepara a sus niños para un futuro con valores”, iniciativa concebida por Carolina Martínez Cantillano y Pablo Sanhueza Luco (*), hace un llamado a nuestra comunidad a reconstruir los valores intrínsecos y a forjar una salud mental efectiva mediante la acción solidaria de aquellos que sufren, los testigos de este sufrimiento y toda persona movida por el sentido común y el deseo de humanizarse.

“Un Plan de Salud Mental Rural para Curacaví” es único en el sentido de basar su accionar en el potencial que representa cada persona. Es un plan tan simple que lleva a preguntarse “por qué no lo hicimos antes” y que ha sido acogido con entusiasmo y esperanza por aquellos con quienes lo hemos compartido. Confiamos que muy pronto las organizaciones de base, las instancias municipales, profesionales de la salud, la educación, las fuerzas del orden, cuerpos de bomberos, iglesias y grupos ad hoc que se formen de acuerdos a los lineamientos de este plan muy pronto crearán a través de nuestra comuna esperanza y tranquilidad.

De donde surge este Plan.

La salud y la enfermedad se han transformado en bienes de consumo que reportan más utilidades a las grandes compañías nacionales e internacionales. Industrias farmacéuticas, de maquinaria e instrumental para hospitales y clínicas, de alimentos “especiales”, etc., además de los medios de comunicación, de propaganda han creado necesidades artificiales que luego cubren a precios altísimos. Desgraciadamente una gran mayoría comulga con esas “ruedas de carreta” y repiten y pregonan lo que la propaganda les enseña, particularmente porque esta está basada en infundir temor y desinformar.

En el área de salud la obsoleta ley de la oferta y la demanda no se aplica porque nunca las personas considerarán que no necesitan más hospitales, más medicamentos, etc. El miedo a la muerte y al dolor ha entrado en el corazón de cada uno, junto con la utopía que al rechazarlos éstos van a desaparecer.

Nuestra sociedad está enferma. Muy enferma en cuanto a salud mental, pero estas enfermedades en buena medida son causadas por nosotros mismos porque hemos perdido la capacidad de luchar contra la angustia, la incertidumbre, y porque se han perdido las redes sociales que mantuvieron a la humanidad por siglos. El Plan aspira a hacer renacer la confianza en uno mismo y a crear redes solidarias de apoyo y educación. No se basa en especialistas (los que igual no los hay) y no estira la mano a la espera que aparezcan algunos millones, si bien habrá que cubrir algunos gastos mínimos para transporte, impresión de material informativo, etc. La salud en general es un derecho de cada habitante en nuestro país y también representa una responsabilidad individual, que no puede ser ignorada. “Ayúdate que Dios te ayudará”. Se podría pensar que hay diferencias importantes entre los problemas médicos y los de salud mental. Pero en verdad no es así. La vasta mayoría de las personas está sana, un poco menos sana o un poquito enferma. Estos problemas siempre se manejaron en la familia o con la ayuda local. Sin embargo, un dolor de estómago pasajero, la angustia de tener un familiar con problemas, un accidente doméstico menor, una desilusión amorosa, etc., hoy en día constituyen TODOS una enfermedad. La persona “vuela” a pedir ayuda médica, mas aún si tienen una “buena” Isapre. Ahí hay dos posibilidades: entra en una lista de espera, o cae en la trampa que comienza con recibir un diagnóstico (siempre con algunas palabras de desaliento, como “menos mal que vino ahora porque esto puede ser grave”; o “no sé lo que tiene así es que tendremos que pedir exámenes”), asustar el miedo al cáncer, y una larga lista de exámenes a hacer y medicamentos que comprar. La situación es escandalosa en la práctica pediátrica. En Chile casi no hay guagua que no tenga reflujo, según el doctor. Las dietas van cambiando de acuerdo a las directivas que las empresas como Nestlé da a los doctores casi de mes en mes y cada nuevo alimento es más caro que el anterior. ¿Qué puede hacer una madre o una familia ante una situación así? ¿Desobedecerle al médico? Y si después, ¿’algo pasa”? ¿De quién es la culpa”?

En las reuniones sociales o familiares hablar de enfermedades va casi a la par a hablar de fútbol. Cada cual busca “lucirse” con el médico que la atendió (muy famoso, por supuesto) o en qué Clínica se hospitalizaron. El que sólo se atiende por Fonasa prefiere salirse de la conversación antes que le pregunten.

Esta situación se repite en la mayoría de los países que no tienen alguna forma de medicina socializada y en cada uno de ellos el sistema de salud está en quiebra. La responsabilidad de esta situación la comparten los políticos, los médicos, los sistemas de salud, y el público.

Nuestra propuesta.

La única forma de escapar a la opresión del sistema neoliberal es retornar a los elementos básicos sobre los que funcionó la humanidad hasta el advenimiento de la revolución industrial, vale decir, la experiencia personal, la identificación de metas comunes y la creación de redes de asociación. Tenemos que rescatar la capacidad de las personas de formarse sus propias opiniones y sobre ellas decidir sus opciones, y de incentivar la ayuda y cooperación entre las personas.

En el campo de la salud mental eso significa devolverle a la gente la dignidad perdida, validarlas como personas, ayudarlas en los momentos duros y crear un sentido de pertenencia a un grupo social.

El Plan de Salud Mental Rural para Curacaví toma algunos elementos de la literatura internacional en cuanto a salud mental rural y se basa en la formación de Agentes de Salud, vale decir, personas de la misma comunidad que se sientan motivados a ayudar al prójimo porque ellos mismos se ven o se han infructuosamente visto en la necesidad de ayuda. Son muchos los que están dispuestos a ayudar pero los inhibe el temor al rechazo o a cometer algún error. Para solventar estas barreras los autores de este plan trabajarán con los Agentes de Salud, a nivel individual o colectivo, aportando educación y facilitando el empoderamiento necesario para el cumplimiento de sus roles. De ese modo se irán creando focos de acción solidaria, que se expandirán tan pronto como un Agente de Salud pueda ayudar a otros a seguir el mismo proceso.

El camino recorrido

El camino recorrido hasta ahora es promisorio. El hospital de Curacaví ofreció patrocinar el Plan de Salud Mental Rural, varios profesionales del hospital están dispuestos a trabajar en él, particularmente aquellos que han trabajado con Carolina Martínez en talleres en los últimos dos años. Hemos participado en reuniones con juntas de vecinos, presentado el Plan a concejales de nuestro municipio, comprometido el apoyo de grupos vecinales, parroquiales y sociales y estamos elaborando un calendario de actividades que debiera resultar en la puesta en marcha efectiva del Plan antes de fin de año.

Hemos llegado a un punto en que la acción individual, responsable y comprometida de los vecinos de nuestra comuna puede constituir una vasta red social que impulse los cambios necesarios desde abajo y sin caer en el falso supuesto que más dinero nos llevará a alguna parte, porque dinero sin un buen plan es agua bajo los puentes.

(*) contacto: saludmentalcuracavi@gmail.com

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