Condenadme. No importa. La historia me absolverá. F. Castro (1953)
¿Cuánto líderes revolucionarios han muerto a lo largo de nuestra historia?, ¿cuántos muertos más tendremos? La respuesta es imposible. Son demasiados los muertos y seguramente muchos más los que vendrán. Sin embargo, las revoluciones no se detendrán. ¿Y por qué no? La respuesta es más sencilla, pues mientras exista la explotación del ser humano sobre otro ser humano la revolución será un camino. Aunque no exista una receta mágica, ni un solo trayecto trazado, la lucha por los derechos humanos fundamentales de parte de los oprimidos y de los trabajadores abusados contra la desigualdad; la codicia y la miseria obtendrá en las ideas revolucionarias una alternativa. Y eso fue, es y será Fidel Castro. El ejemplo de una vía revolucionaria del socialismo. Por eso su partida terrenal no se agota en sus actos, sino que se proyecta en un ideario dentro del marxismo-leninismo latinoamericano.
Fidel representa un momento histórico que abre a Nuestra América al Mundo, y nos proyecta como pueblos conscientes de sí mismos, pues antes de 1959 éramos vistos como un centro de extracción de riquezas para sustentar las poderosas economías explotadoras de Inglaterra, España y Estados Unidos, principalmente. En ese sentido, la Revolución Cubana vino a ser para América, lo mismo que la Revolución Francesa para el siglo XIX, un camino de libertad para nuestros pueblos. ¿Cuánto de América se había estudiado antes de 1959?¿Cuántos trabajos sobre nuestros pueblos teníamos hasta ese momento? Pocos, muy pocos. Recién a partir del desarrollo cultural y el rol que jugó, y aún juega, La Casa de las Américas de la Habana se amplió la mirada y también los trabajos sobre nuestros países hecho por nosotros mismos, ya no para nutrir de datos para la explotación sino para conocernos y reconocernos tal cual somos, es decir, poder hablar de nuestra identidad latinoamericana. Y así, vinieron las luchas por nuestra liberación. A cambio recibimos la mayor ofensiva represiva cívico-militar conocida en la historia de la humanidad, las Dictaduras de América Latina.
Pero Fidel no solo representa ese espíritu de la emancipación cultural, política y económica, pues su persona sobrepasa las páginas de cualquier libro por las dimensiones que pueden hacerse sobre su legado. Hoy muchos hablan de su figura política bajo la definición impuesta por las dinámicas imperialistas de Estados Unidos y los diferentes defensores de sus intereses, junto a los amplios grupos de burgueses pro-Neoliberalismo que viven en nuestros países como verdaderas castas aristocráticas, violando incluso las mismas leyes que ellos se construyen para su propio beneficio, lo llaman descaradamente como “dictador”.
Y me surge instantáneamente la pregunta ¿cómo se distingue un dictador? A un dictador se le reconoce por sus abusos sistemáticos contra su propio pueblo, violaciones a los derechos humanos, robo desmedido de las arcas fiscales, asesinatos sin justicia, estrecha relación con el empresariado para su beneficio personal, supresión de libre información verídica y una anulación física de cualquier opinión distinta. Cuestión que en Chile sabemos reconocer porque tuvimos uno verdadero, apoyado por esos mismos sectores que en Chile llaman a Fidel “dictador”, tratando de hacer un espacio invisible de pseudo-objetividad que no existe, mucho menos en una prensa que se concentra casi en un 95% en manos privadas, es decir que responden a los intereses particulares de sus dueños. Entonces, se le dice “dictador” por la cantidad de años que lideró a cuba, pero a Fidel no se le puede llamar dictador por estar 49 años a cargo de conducir un proceso revolucionario en el cual era elegido por la asamblea de representantes periodo tras periodo eleccionario, ni menos por tener un largo listado de detenidos desaparecidos como en el caso chileno; argentino o brasileño, ni un número altísimo de torturados con prácticas aprendidas en la Escuela de las Américas, como ocurrió en todas dictaduras que vivimos los demás países de América del Sur apoyados por esos mismos sectores de civiles minoritarios pertenecientes a las castas burguesas que hoy lo tildan de tal. Si es así, entonces, ¿cómo podemos llamar al largo listado de personeros que llevan más de 20 o 30 años en cargos públicos, pasando de cargos designados en las dictaduras a eleccionarios en nuestras “democracias”, arrimados siempre al poder?
Pero para el infortunio de los difamadores, Fidel no tiene ese legado. Sus actos humanitarios son innegables tanto dentro como fuera de la Isla. Salud y educación para gratuita para todos, siendo un país pequeño. Avances científicos que no poseen ni los países más avanzados del mundo. Elecciones periódicas bajo sus propias reglas, algo consagrado en la declaración de los derechos del hombre Post-Revolución Francesa, el derecho a la autonomía de los pueblos. O ¿alguien plantea que Estados Unidos es anti democrático al elegir a un presidente que recibe menos votos reales que el candidato perdedor? ¿Qué significa eso para un sistema que se hace llamar democracia? ¿Entonces, qué es democracia y qué es dictadura? O mejor dicho, ¿quién define qué es cada una? Y es más fácil responder a esto último, los poderosos siempre imponen sus categorías, pero ojo, los pueblos tarde o temprano siempre despiertan de su ignorancia.
Hoy mi pesar es sereno por la partida de Fidel, porque así como Allende o como el Che han dejado un legado infinitamente superior a sus personas de carne y hueso. Su partida inminente como la que tendremos cada uno de nosotros ha sido trascendida por el mayor legado que un ser humano puede dejarle a la humanidad, la consecuencia de su incansable lucha por defender de las injusticias sociales a los más desvalidos, tener una solidaridad a prueba de cualquier diferencia política y proyectar estrategias y tácticas que seguramente serán estudiadas por siglos en la historiografía política de América Latina. Hoy a Fidel no lo lloro, hoy le rindo un homenaje a sus acciones humanistas y lamento reflexivamente su partida física, porque se que sus ideas son el mayor significado que no ha muerto y que no morirá, porque simplemente Fidel vive y la historia lo absolverá.