
Un mensaje me sacó del letargo de una noche enfiestada y un sábado por las mismas. Desde el colectivo Archipiélago no nos comunicábamos con tanta frecuencia con un amigo, que me avisa por interno: se acabó la leyenda. Ahora gran parte del mundo se encuentra inmerso en un luto profundo.
Creo, no se puede escribir sobre un acontecimiento sin antes asimilarlo, como no se puede cantar sin antes memorizar la letra, de lo contrario se arriesga un desacierto y una vergüenza. La mayor tristeza se produce por lo inesperado y la mayor alegría por la sorpresa. Triste pero también alegre, no sorprendido. ¿Se puede estar alegre y triste por un mismo acontecimiento? Si, se puede: ha muerto pero no se ha ido, solo se van quienes nunca hicieron nada para quedarse.
Pero incorporado de nuevo, no lo creo aún, sin embargo lo asumo. La historia lo sentencia, lo admira, lo odia, lo aplaude, lo abuchea, le agradece. Quizás exista otro lugar donde va la energía y allí se conjugará en un hermoso abrazo con Martí, meterá su mano bajo la falda de la «alemanita», beberá un café con Neftalí y García Márquez, mirará con Ernesto cómo la Revolución generó un cambio radical en la historia de los pueblos latinoamericanos. Abrazará a Salvador y gritarán a viva voz: «Patria o muerte». Por la razón, por la razón, por la razón!!!, en este instante suena fuerte.
Perduran en la memoria (la Memoria es algo más que un montón de recuerdos) y la huella de los contenidos y las formas, nos permite este presente: honra a quienes lucharon por la dignidad propia y la de sus semejantes. Muere el cuerpo, el aliento y la carne, pero el ejemplo de lucha no ha hecho. Es simple: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”! (B. Brecht) .
Llega el día que se inicia el viaje sin retorno del último líder y aunque ahora se sienta el ardor anal de la derecha por todos lados, nadie desconocerá al político y revolucionario, al compañero comandante, a la persona, hasta la victoria siempre, amamos tu entrañable figura Fidel Castro Ruz y yo solo atino a mirar esa foto donde “un día, en un momento del combate de Pino del Agua, Fidel Castro se retira de la primera línea y en medio de la densa niebla, sentado sobre un tronco, fuma mientras reflexiona”. También nos toca reflexionar.
Se inicia el viaje sin retorno de una persona que, además, con menos historia, menos piedras de cruce como dice el argentino Mario Arteca: nunca pudieron con el.