Hace poco me enteré que se realizará una consulta ciudadana en Curacaví, referente a la circulación de la Avenida Ambrosio O’Higgins, una propuesta muy lúcida en el fondo, pero quizás dudosa en las formas. No se me moteje de suspicaz con esta buena intención, aunque las formas de ejercer la participación ciudadana deben ser transparentes para las personas. De partida es un buen comienzo apelar a plebiscitar una iniciativa que afecta a todos los vecinos de Curacaví. Pero este plebiscito debe señalar claramente cuáles son las inquietudes que cada persona quiere plantear. Por ejemplo, se debe informar primero a los ciudadanos que preguntas tendrá en el mismo. Que no sean ambiguas o abiertas. Se debe informar que costos-oportunidades debe tener los cambios que se promoverán y debe informarse de todo lo relevante al cambio del plano regulador.
En otras palabras, para que un plebiscito sea democrático, debe ser participativo, es decir, que promueva el entusiasmo de todos los grupos sociales de la comuna para crear adhesión y posterior legitimidad de la propuesta. Debe ser transparente, informando sin ambigüedades lo que se quiere proponer. Debe ser vinculante, es decir, la decisión que se debe tomar en dicha consulta debe llevarse a la práctica en el grupo social que se le consulta.
Insisto, no lo digo por desconfiado, pero para mayor determinación de decisiones que involucren problemas de toda una comunidad, una consulta ciudadana debe ser lo más abierta, clara y transparente posible, porque cuando se lleva en juego decisiones que pueden afectar a largo plazo a una comunidad, es mejor hacerlas bien.
Atrévase y exija que lo informen bien, que no le consulten algo que no tendrá relevancia y práctica en su comunidad, familia y vida individual, porque de eso se trata la política, de generar y prestar atención a los problemas de su entorno social, porque tendrán implicancias que afectan la vida diaria.
Fuente: SEV.
