Querida Tita Bauer:
Mientras ansiosamente espero el veredicto sobre nuestro viaje a bailar tango a BsAS, después de haber comido tantos nísperos como pude (¿ya comiste algunos?) y de haber escuchado a Violeta recordando los pequenes del mercado, rememoro y me regocijo nuevamente con nuestra peregrinación a la Feria del Libro. Es sorprendente cuántos momentos alegres, cuántos recuerdos significativos, cuántas experiencias pasadas interpretadas a duo, cuántos instantes en el que sentimos que la vida es bella, cuántos duelos semi-resueltos o que no se resolverán nunca, cuántas esperanzas aludidas al pasar, cuántos instantes para compartir nuestro sentido del humor, cuántos recuerdos sueltos de experiencias pasadas en distintos momentos de nuestras vidas, cuántas oportunidades para sentir que compartir el cariño puede ser tan simple y etéreo, cuántos comentarios iniciados con la certeza de que serían escuchados y enriquecidos en el diálogo, cuántas fotografías fugaces que mostraban quienes habíamos sido entonces, cuántos personajes, entre familiares y amigos, que nos acompañaron por unos instantes, cuántas oportunidades para enriquecer las vivencias del momento que se vivía, cuántas situaciones en que fuimos generosos la una con el otro para sentir un momento de bienestar, cuántas cosa aparentemente irrelevantes que se dijeron espontáneamente sin tener que medir las consecuencias, cuántas cosas que omitimos porque ya estaban como dichas. Tantas cosas que logramos apretujar en el poco tiempo que compartimos.
Es así como hemos ido construyendo un presente, vislumbrando un futuro, enriqueciendo mutuamente nuestras vidas gracias a los múltiple denominadores comunes que se han hecho aparentes, reafirmando nuestro compromiso político con el Partido, con la lucha social, con las causas internacionales que causan tantas víctimas, con nuestro odio al fascista, al opresor, al que se presenta como bien intencionado y que no es más que un sepulcro blanqueado; abriendo nuestros corazones a la alegría, a la curiosidad enriquecedora, al sentido del humor sano, a un idioma castellano sin artículos definidos antecediendo los nombres propios, a la lectura compartida de obras que parecían condenadas al olvido, a la expansión de nuestra capacidad de comunicación por la incorporación de expresiones que nos hemos ido regalando mutuamente, a la certeza de que, como amigos, nos comprenderemos sin criticarnos.
Así se ha ido construyendo una relación emocional mutua que no puede ser definida con una única palabra. Porque en lo que sentimos uno por el otro se combinan la alegría de vivir, el cariño, la amistad, la solidaridad, el amor, la benevolencia, la esperanza, los anhelos, el optimismo, la bondad, el sentido del humor, la generosidad, la imaginación, el permiso para ser uno mismo, el respeto por el otro, la admiración…. y otros que tu podrás agregar a la lista.
Termino compartiendo contigo la expresión muy bella con la que un amigo terminó una carta dirigida a mi. Que Dios te quiera como yo te quiero.

Nota: Pablo Rogelio Fernando Sanhueza Luco. 06.11.1942 / 27.09.2024
Dios jamás te querrá como yo te quise…
Teníamos con Pablo pensado juntarnos a escribir…. algo hicimos pero su desenlace nos pillo a medio camino.. esta es una hermosa carta, si bien dirigida a alguien, está escrita para todos aquellos a quienes el autor amó…