Tenga cuidado con lo que definen como cultura y patrimonio

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Imagen tomada de www.municipalidadcuracavi.cl

Hace un tiempo, más bien un día domingo, escuchaba por casualidad un programa de radio que dan durante las tardes de domingo en la comuna. Este caballero (que es concejal y miembro de la comisión de cultura), que es su locutor, realizaba declaraciones desafortunadas sobre un grupo de personas que buscan una oportunidad de trabajo en Chile, calificando como “algo inaceptable que inmigrantes haitianos estén ocupando y llegando en demasía a Chile”. Esto según él, “es inaceptable, porque están quitando los puestos de trabajo y alterando la cultura chilena”. Para colmo de la desfachatez, “señaló que lo acusarían de racista” y dijo: “¡Soy racista!, porque ser racista es cuidar la patria”. Ahora para explicar esta actitud, intentaré desmenuzar el origen de sus declaraciones.

De partida, querer señalar y explicar una realidad como “raza” es un concepto caduco y descontinuado por los antropólogos sociales y los científicos sociales. Este término, acuñado en el siglo XIX, señala que personas con tez negra, amarilla o parda son personas cercanas a la no evolución y al no poco desarrollo; en vez, de la piel blanca, ojos azules y nórdica, que tienen un nivel de desarrollo y evolución corporal e intelectual superior, tal como los nazis y Adolfo Hitler acuñaban el término “raza aria”. Lo que descubrieron los antropólogos, es que no existen diferencias al nacer entre personas de distinta condición, porque tienen una capacidad similar y una similitud genética casi idéntica. Sólo lo separa lo cultural. Este prejuicio hacia personas de distinta cultura, se conoce como etnocentrismo, es decir, “la imposición y creencia que una cultura es superior sobre otra”. Hoy en día, lo que prima es el relativismo cultural y etnia, que considera que no existen culturas superiores a otras; sino distintas manifestaciones y etnias, o “grupos de personas que comparten una cultura y fenotipo común”, siendo una subcultura. En otras palabras, lo que se come, viste y dice, no es mejor lo uno y lo otro; sino una manifestación cultural distinta.

El pavor hacia el extranjero pobre, es lo que una filósofa española llamada Adela Cortina, denomina “aporofobia”, o en otras palabras, el miedo al inmigrante pobre que es molesto para las capas altas y algunas de las medias de alguna sociedad rica. Yo digo, y hay ejemplos históricos, ¿la migración es un fenómeno reciente? Pues no, se inició cuando el ser humano inició su pasaje en este planeta desde África y emigrando hasta Europa, Asia, Oceanía y América. ¿la migración es perjudicial? Por supuesto que no, porque las personas que emigran son un aporte a la sociedad en la que se integran, dando grandes aportes a la misma en todos los ámbitos. ¿Sabía que los peruanos han dado un toque de delicias a nuestra vida, las personas de etnia negra participaron como soldados en las guerras de Independencia en Chile, aportando para la liberación de nuestro país del dominio español? Españoles, alemanes, suizos, franceses y palestinos dieron impulso a la industrialización de Chile. Es decir, el extranjero pobre ha nutrido nuestra tierra. Es más, han sido un gran aporte a nuestra sociedad.

El patrimonio son las manifestaciones que han construido los chilenos y los grandes personajes. Pues digo, que esa afirmación que señala que los monumentos y los saberes y técnicas que cada sociedad tiene son aquellas que son “chilenas”, son falsas, porque la cultura chilena tiene un componente de mestizaje, es decir, tiene influencias de España, de la cultura mapuche, de los inmigrantes europeos del siglo XIX y de mucha gente del mundo. Algo que no nos debe poner antipáticos, sino abrirle los brazos a todos, porque el campo lo construyeron los campesinos, más que los latifundistas; la época de la industrialización lo aportaron los trabajadores en Chile y los derechos sociales, nos lo otorgaron los mismos. Las empanadas son españolas, la cueca viene de la música de los esclavos africanos de Chile, los tejidos de alpaca son gracias al aporte Aymara y Quechua. La cazuela de pava y vacuno, es una síntesis de pueblos originarios y españoles. Nada autóctono, sino sincrético.

Por último, eso de “cuidar la patria”, pero cuidarla de qué ¿Cuidarla de los aportes que darían a nuestra cultura? ¿Cuidarla de engrosar nuestra población y aportar con su físico e intelecto a todo? Ese pavor y reminiscencia a la madrepatria, es un argumento poco sólido y añejo, por un pasado idílico tal como los antiguos hacendados creían que la tierra y los latifundistas, construyeron Chile. Pero Chile, lo han construido todos, sobre todo los pobres y los inmigrantes.

Ahora para terminar esta columna, me siendo con la obligación de exhortar a todo ciudadano que quiera imponer en los medios de comunicación de Curacaví, la cultura de la diferencia y el odio; por sobre la paz, la solidaridad y la justicia social de personas que son un aporte efectivo a nuestra sociedad y a nuestras vidas de cada día.

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