La Guerra imaginaria o la guerra inaudita

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Curacavi Digital

Cuando en Octubre de 1988 la multitud celebraba el triunfo del NO, paralelamente comenzaba a forjarse la impunidad y la infamia de los militares y civiles de la dictadura. El triunfo de la concertación de partidos por la democracia, por sobre la coalición que apoyaba al dictador Pinochet no era un triunfo gratuito, era un acuerdo pactado que implicaba la obediencia civil al poder militar con leyes que en ese entonces (y hasta ahora) que favorecían la impunidad. Esto fue llamado “democracia tutelada” o mejor conocida como “transición”. Durante los primeros cinco años de “democracia” los avances en justicia por la violación a los derechos humanos durante el régimen fueron nulos. Se hicieron informes, investigaciones judiciales sin avances significativos. Porque? Los militares conjuntamente con los civiles de la dictadura crearon una ley de amnistía para perdonarse ellos mismos sus deleznables crímenes de lesa humanidad. Y la concertación de partidos? Bien, gracias.

En el plano económico, la profundización del modelo neoliberal y extractivista se profundiza aún más con el comienzo de la privatización de los servicios básicos, la tercerización de prestaciones médicas, la precarización del trabajo y sus bajos salarios y el auge de la alegría imaginaria o efímera: las tarjetas de crédito. El acceso al dinero fácil, la compra de electrodomésticos y al crédito llevó a millones de chilenos a endeudarse por sobre su capacidad de pago, llegando el gran primer aviso de crisis el año 1998, la llamada crisis asiática. Aquel año la banca, las AFP y la salud tuvieron pérdidas importantes que repercutieron en la falta de oferta laboral, la disminución de la capacidad de pago de las personas y la profundización de las desigualdades sociales. Durante ocho años se mantuvo un letargo en el pueblo chileno, con pequeñas reivindicaciones, basadas principalmente en el acceso al techo y justas demandas de derechos humanos.

El año 2006 comienza la primera gran movilización, La revolución pingüina, que exigía pase diario y los siete días de la semana. Ganaron, pero encendieron y como siempre, mostraron la mecha y el camino a seguir: Había que movilizarse. Los siguieron otros movimientos, comenzó a masificarse el descontento con el modelo económico, desigual y absurdo. Comienza a posicionarse en la opinión pública el descontento de la clase política, implicada en desfalcos y negocios truchos, con sus financista, empresarios de cuello y corbata con sus empresas estatales en manos de privados. La torta alcanzaba para todos, derecha y centro izquierda, el raspado podía ser para todos.

El lucro en la salud, la vivienda y la educación comienza a mostrar su peor cara: planes altísimos y clausulas imposibles, costos de viviendas en ascenso fuera de todo contexto y claro, el lucro en la educación con la “joya” de Lagos: el famoso CAE.

Comienzan las movilizaciones estudiantiles el 2011 pero ocultamente, guarda el rencor de tanta injusticia en materia social, el aumento de la pobreza, el endeudamiento, los bajos salarios y la represión policial. Este año marca un antes y un después, se posiciona de forma permanente la problemática medioambiental, el robo de nuestros recursos naturales y las sociedades fantasmas en donde muchos de nuestros honorables y ministros estaban involucrados.

Este estallido responde a 30 años de impunidad, responde a 30 años de profundización del modelo económico cuyo lema es “sálvate solo”, responde al descontento profundo del pueblo de chile, ese pueblo consiente que despertó, por fin. Este estallido responde a la necesidad de una nueva constitución, redactada por nosotros mismos a través de una asamblea constituyente, responde a la igualdad y a la equidad social, con políticas sociales centradas en el ser humano y su sociedad y no, en resultados macroeconómicos.

El llamado a manifestarse en la plaza de Curacaví fue algo nunca antes visto en nuestro pueblo. Familias completas, hombres, mujeres y niños, manifestando el descontento social, de forma pacífica y sin violencia, solo con el poder de la verdad imperante durante 46 años de injusticias. Lamentablemente y como siempre, la represión policial no se hizo esperar y la manifestación, pasó a un combate frontal debido a la bienvenida de carabineros, con un arsenal de bombas lacrimógenas y disparos de perdigones. El pueblo debe resistir estos ataques, no se debe dejar avasallar y defender nuestro derecho a manifestar nuestro descontento con la ausencia de políticas, justicia y reivindicaciones sociales.

Una vez más, son los secundarios los que nos muestran el camino, ese camino de dignidad, de lucha por nuestros derechos. Este gobierno títere intentará criminalizar este estallido social y focalizará todos sus esfuerzos aplacar el descontento social y seguir viviendo en su “mundo paralelo”, evadiendo el tema central: la tremenda desigualdad social y la agonizante economía neoliberal.

Vivan los estudiantes!

Manifestantes en Plaza Curacavi, domingo 20 octubre 2019.

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