Ha muerto Alejandro Villarroel, un hombre que siempre tenía su casa abierta para conversar y compartir una taza de té, pero sobre todo, para invitarnos a soñar con un mundo sin basura, con una comuna donde los niños, especialmente, entendieran lo importante que es llevar adelante esta idea. Este sueño fue la razón de toda su vida.
Ya no lo veremos por las calles de la comuna, en su bicicleta o en su otro vehículo, ambos eléctricos, demostrando, así también, su compromiso con el medio ambiente.
El mejor homenaje que podríamos rendirle, es tomar su bandera de lucha y cuidar el medio ambiente de Curacaví y organizar campañas de reciclaje.