No éramos ningunos héroes

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En las últimas semanas nos hemos enterado de un esfuerzo de emprendedores por construir una red de farmacias marginales en el sector surponiente de Santiago y Curacavi que sirvió como colchón para militantes del PC y de la izquierda chilena, en los meses posteriores de producido el Golpe de Estado. Manuel Salazar Salvo recoge en el libro “La Lista del Schindler chileno” el testimonio de Jorge Schindler Etchegaray sobre esa experiencia. El libro que combina relatos sacados del recuerdo de los involucrados con archivos de prensa de la época, información de los procesos judiciales, del Informe Rettig, etc, es preferentemente la vida vivida de su protagonista, “el Schindler chileno” y los relatos de las otras personas terminan siendo el testimonio que le da contexto a esta historia y entrega una impresión de haber contado con un eficiente equipo de trabajo.

Curacaví Digital leyó la sección donde sale el relato de Vicente Armando Gatica Barahona titulado como “el hombre que se salvo de la Caravana de la Muerte”, pero en una doble lectura de sus páginas nunca nos queda claro cómo fue que Gatica Barahona se salva del fusilamiento practicado por los militares que conformaban la comitiva de Arellano Stark; presenciado por la oficialidad del Regimiento Arica en La Serena. Sobre estos sucesos y hasta dónde su memoria hoy alcanza, conversamos con él en el Café de Josefa en Curacavi.

La promoción del libro de la editorial LOM «La Lista del Schindler chileno» ha estado bien guiada y supo copar los espacios noticiosos de los grandes canales de la señal abierta, notas escritas en medios importantes como El Mostrador y Cambio 21, El Mercurio, y la presencia en un bloque del programa de entrevistas televisivo conducido por Juan Manuel Astorga en El Informante de TVN, donde se observó la obsecuencia en el desempeño de un conductor normalmente inquisitivo.

El marketing publicitario esta orientado a presentar a un grupo de valientes personas que enfrentaron al aparato criminal de la DINA o las detenciones de las respectivas ramas de las fuerzas armadas, dentro de una fachada comercial, que con posterioridad, al evocar sus recuerdos, hacen una alabanza de las virtudes del protagonista.

Preguntado sobre qué le deja esta situación, Armando Gatica comenta: “No se los demás, pero para mi esta historia oficial de la experiencia de las farmacias marginales es solo una aproximación grosera de cómo fueron las cosas. Sin embargo, es importante en ese sentido. Pero por respeto a nosotros mismos que participamos de aquello, con toda nuestras miserias y vidas personales deshechas, con los miedos e incertidumbres es que una mirada más precisa nos puede dar una tranquilidad y orgullo acorde a nosotros mismos. No éramos ningunos héroes. Pero eso requiere casi de una investigación periodística mejor preparada, lo que implica recursos”.

 

La llegada a Santiago

Armando Gatica Barahona llega a Santiago poco después de cumplir prisión en la cárcel pública de La Serena, el 22 de mayo de 1974. Tenia prohibición de salir del centro de La Serena, contando con oportunidades de trabajo en Coquimbo y Ovalle. Adriana Cardemil (Yany) , su señora, empezó a hacer las gestiones para salir al exilio, hacia Canada. “El asunto estaba caminando y tenia que firmar unos papeles en la embajada, estando yo preso, pero justo me dieron la libertad. Me acuerdo que fue el 22 porque el 21 estaba bien preso y llegó a la cárcel pública un funcionario de la Armada a recitar un poema largo, aburrido y malo, sobre la gesta del 21 de mayo”. Las gestiones para el traslado a Santiago estaban encaminadas, lo que dependía de la Fiscalía Militar, dependiente de la FACH. Mientras se hacían los papeles para salir de Chile, Yanny consiguió una oportunidad de trabajar en una farmacia que estaba ubicada cerca del aeropuerto Los Cerrillos. Eso fue como en el mes de agosto. Ahí es cuando aparece Mario Jorquera, un colega de trabajo del Instituto Bactereológico, quien me ubica por teléfono para que me contacte con unos compañeros que habían quedado cesantes y que estaban realizando un proyecto de las farmacias periféricas y no habían podido encontrar a un químico farmacéutico para inaugurar una farmacia en la Villa O´Higgins, comuna de La Florida. Cuando tomé contacto con ellos, yo expresé que ya estaba con los tramites para irme a Canada. Había tenido la entrevista en la embajada, me habían hecho exámenes médicos y solo faltaba organizar el viaje. Por otro lado, a ellos solo les interesaba que un químico farmacéutico presentara los papeles ante la Autoridad Sanitaria para la apertura del local y que si me tenia que ir a Canada después, no importaba”.

 

El concejo de un pariente

“Ya trabajando en la Farmacia O´Higgins, un día me encuentro casualmente en la casa de mi hermana Esther con José Weibel Navarrete a fines de 1974. El estaba casado con mi prima María Teresa e iba a la casa de mi hermana a ver a su familia. Eran encuentros clandestinos y programados”.

“Weibel me hace un análisis político de la situación del momento y me dice que la Junta de Gobierno estaba tan desprestigiada que internacionalmente se encontraban muy aislados y que no iban a durar ni siquiera 2 años mas. Me dijo que si me iba a Canada, a lo mejor tendría que volver en poco tiempo. Yo encontré razonable el análisis del “Checho” Weibel y además al final de la conversación me dice que en Chile se estaba yendo casi toda la gente o el resto estaba preso y que había que “darle la pelea a la Junta”. Fue una conversación privada en un lugar del patio de la casa de mi hermana. Al final, Weibel me dice que yo tengo todo el derecho de irme porque la había pasado muy mal, pero que lo pensara”.

Armando Gatica no sabe hasta qué punto esa conversación determino que se quedara en Chile, pero fue aquello que uno llama: la gota que rebalsa el vaso. “Irse del país en esas condiciones significaba para mi dejar muchas cosas resueltas y yo estaba lejos de eso. Mi decisión de quedarse en Chile se sella cuando voy a dar las gracias a la embajada de Canada por el interés que habían expresado en mi caso. Poco después me incorporé ya definitivamente al trabajo en las farmacias marginales y a la Sociedad Farmacéutica Maipú Ltda, que era la razón social, como socio”.

“La Farmacia O´Higgins era una farmacia muy modesta en un lugar de escasos recursos. Las ventas de la farmacia ni siquiera daban para mantener los costos. En un principios éstas eran muy malas”. Hacia 1974 La Florida tenia 90.000 habitantes y había una pura farmacia en el paradero 14. Comparando con La Serena, que es de donde Armando Gatica venía, donde la población llegaba a casi 60.000 habitantes y contaba con 5 farmacias, daba para proyectar un buen negocio. “Pero no teníamos dinero para aguantar más tiempo en La Florida hasta esperar un cambio en las ventas. Allí solo se hizo una labor estrictamente profesional de venta de remedios”.

Recuerdo que “uno de los primeros problemas que hubo fue con Ramiro Ríos. Había otra sociedad que se llamaba Proinfa que surtía de productos a las farmacias: azul de metileno, alcohol, violeta de genciana, povidona yodada, etc. Asi Ramiro Ríos se queda con Proinfa y Schindler, García y yo con las farmacias Principal, Nacional, Villa O´Higgins y Villa México. Se vende la Farmacia O´Hhiggins y yo me traslado a la Farmacia Principal en Av 5 de abril en Maipu, a 3 cuadras del Templo Votivo; y Alsino que estaba en Proinfa pasa también a la Sociedad Farmacéutica Maipú Ltda a trabajar en la Farmacia Principal”.

 

Las personas llegan…

“A las farmacias llegaban personas, se las contrataba y también se las despedían. Conversaban con Alsino o Jorge: personas de Concepción, La Serena, Santiago. También habían personas que podían estar un rato y luego se iban y que no tuvieron una relación laboral. De alguna manera, las farmacias en parte empezaron a ser un lugar de enlace entre militantes descolgados e instancias del PC o lo que quedaba de su aparato directivo. Hasta cierto punto era evidente que había trabajo partidario, pero de esa forma. Yo allí hice mi trabajo como profesional. Nunca participe de una reunión de célula o partidaria, también por cuestiones de seguridad”.

“Luego de un par de años de trabajo en sociedad con Schindler y García, se llegó a una situación para mi inaceptable, que apuntaba al trato laboral. Yo ya estaba bastante disconforme con los tratos que se le daba tanto al personal como al manejo económico. Cuando se hicieron unos despidos muy arbitrarios, yo decidí renunciar a la sociedad. Además, por ese entonces Elda, una dirigente sindical de un laboratorio farmacéutico que terminó trabajando con nosotros, se quejó del trato laboral que recibía con una opinión entregada a secas: “Jorge es muy inteligente porque sabe que ninguno de nosotros los va a ir a denunciar a ninguna parte””.

“Hablamos la situación con Alsino García y fuimos constatando algunos hechos: el manejo financiero de la empresa, a cargo de Jorge Schindler, estaba mal llevado. El IVA no se estaba pagando, había facturas de laboratorios impagas, pedidos exagerados o imposiciones que no estaban ni declaradas ni pagadas”.

“Con Alsino nos dimos cuenta que por la manera de llevar la conducción económica de las farmacias, íbamos directo a la quiebra”, relata Armando Gatica. “Entonces decidimos quitarle las atribuciones que Jorge Schindler tenía en ese momento y al poco tiempo el decide separarse de la sociedad, quedándose con las farmacias Villa Mexico y Nacional y nosotros con La Principal y El Sol de Curacavi”,

 

La compra de El Sol

La farmacia El Sol de Curacavi se compra alrededor del año 1977.

“Yo recuerdo que la situación fue más o menos así: en una oportunidad Jorge se encuentra con un vendedor de Laboratorios Merk, que le cuenta sobre la venta en Curacavi de una farmacia “a precio regalado” y como el pueblo quedaba cerca, se compró. Visto desde ahora, la compra de esa farmacia fue un error porque tenia tan mala reputación que costó mucho el posicionamiento. Las personas en vez de llamarla por su nombre, “Farmacia El Sol”, le decían “la sin remedio”. Una vez comprada la llenamos de medicamentos, pero la gente no entraba. Poco a poco nos fuimos enterando que la persona a cargo de la farmacia, perteneciente a la familia del Chivo Rodriguez, un compañero mío de carrera en la Universidad de Chile de militancia nacionalsocialista (Nazi), tenia un pésimo trato o relación con los clientes”. “Nos costó como 6 años que el pueblo en Curacaví tuviera confianza en la farmacia para que las ventas mejoraran”.

“Poco antes de reinagurar la Farmacia El Sol, el compromiso de los socios era que nos íbamos a turnar para que las personas contratadas tuvieran su fin de semana libre. Jorge y Alsino casi nunca vinieron y después que nos quedamos solos con Alsino, finalmente era yo quien venia a Curacaví. Alrededor del año 79 decidimos con Alsino dividir el negocio y yo me quedé en Curacavi”.

Una auditoría de miedo

“Después de la separación con Jorge Schindler, se nos vinieron encima algunos problemas graves. El se fue a Concepción. Instalo allá una farmacia de turno permanente, de 24 horas; en circunstancias que en Concepción todos los dueños de farmacia tenían un acuerdo de no meterse en eso, por el desgaste que significaba”.

“Jorge hizo una inauguración faraónica de su nueva farmacia y coincidentemente en las fechas, la DINA nos empezó a investigar por el “origen del dinero”. Si bien nosotros ya no trabajábamos juntos, por alguna razón la DINA llegó hasta la Farmacia Principal, en Maipú y se llevaron toda la información financiera y tributaria a unas dependencias de la Tesorería General de la República, ubicada en la comuna de Ñuñoa. En ese proceso, una vez llegó a la farmacia un funcionario de la DINA a interrogarme a mi sobre las platas de la farmacia. Recuerdo que dejó un maletín abierto donde se veía una pistola y muchas balas. Me la mostró y dijo que esa era una ayuda de memoria para cuando las personas se ponían “duras de cabeza”. Al cabo de 2 o 3 meses, nos dejaron tranquilos”.

“Supimos de repente que Jorge vende la farmacia en Concepción, donde había hecho sociedad con un transportista de la zona. Se borra del mapa y supimos que estaba en Bulgaria. Al poco andar nos enteramos que Schindler tenia una deuda con Laboratorios Recalcine de aprox 10 millones de pesos y otra con FarmaCentral. Esta última la tuvimos que asumir nosotros con Alsino porque estaba a nombre de la Sociedad Farmacuetica Maipu Ltda. Tuvimos que apechugar y cancelar no mas. De Jorge no supimos más como en un período de 10 años”.

 

Personal farmacia El Sol y los amigos

Siendo aun parte de la Sociedad Farmacéutica Maipú Ltda, entró a trabajar Luis Padilla, a través de un aviso de empleo. Se entrevistaron a varias personas del pueblo y él fue el que dejó la mejor impresión. Lucho Padilla fue en excelente empleado. Cuando yo me quedo con la Farmacia El Sol, al poco tiempo Lucho me dice que se va a retirar porque quiere estudiar. Yo le comento que me complica que me deje solo porque preparar a una persona demora como 6 meses. Le propuse entonces facilidades para que estudiara y que nos arreglábamos con los horarios. Lucho aceptó y la relación laboral resultó bastante bien; después él se recibió y cuando se va, me recomienda a Juan Saavedra. Juan, después de como 10 años de trabajar conmigo, encontró otras mejores oportunidades, así que de común acuerdo decidimos que trabajara hasta fin de ese año para yo poder tener tiempo de formar a otra persona que fuera capaz de atender el mesón. Y así fue como empecé a buscar a otra persona. Pensé en Francisco Monasterio porque siempre me ayudó en diferentes cosas y participábamos con su padre, don Lalo, sus hermanos, Carlos, Anibal y Hugo en largas sesiones de brisca. Sin embargo Francisco me dice que el quiere postular a un puesto en el Banco del Estado y que además, pensaba que el trabajo lo podría tomar su hermano Anibal, el Yato que se iba a casar y se encontraba realizando labores de temporero en la frutilla. Posteriormente yo le vendo a Anibal la farmacia y el la administra hasta el día de hoy”.

Armando Gatica comenta que en los contratos a sus empleados jamás hubo un criterio partidario o de militancia política. Lo importante para el era la idoneidad y profesionalismo y que en Curacaví encontró la acogida de 2 familias generosas como lo fueron los Monasterio-Herrera y los Barrera Barrea y la compañía amistosa de Pedro Julio Maturana.

Durante casi 17 años, la Farmacia El Sol, al ser la única del pueblo, tuvo que realizar los turnos de manera permanente. Casi todas las historias y anécdotas que Armando Gatica tiene se refieren al descriterio de los clientes para ir a comprar cualquier cosa cerca de las 02:00 AM. “Nada realmente de urgencia o muy rara vez”, recuerda.

“La única actividad relacionada con la clandestinidad que recuerdo y puedo decir, es que una casa de mi propiedad ubicada en la Villa Santa Adela, en Cerrillos, se la presté en diversas ocasiones a una persona para que realizaran actividades”. Con el tiempo y a través de su hija Ximena, Armando Gatica se entera que una de esas personas era Viviana Diáz Caro, ganadora en 2011 de la primera versión del Premio Nacional de Derechos Humanos. “En Curacavi tuve a algunas personas del Comité Central del PC que vivían en la clandestinidad, principalmente para que se vieran sus familiares, a solicitud de mi primo Hernán Barahona Muñoz”.

Sobre la presentación del libro, Armando Gatica dice no conocerlo y solo espera que esté bien escrito, que se apegue a los sucesos. “La publicidad la encuentro un poco excesiva pero entiendo que se trata de posicionar un producto. Lo que he visto en la televisión da cuenta de ello. A mi juicio hay mucha idealización. Yo recuerdo que nosotros como socios, terminamos muy tensos y distantes unos de otros. Se conjugaron situaciones de personalidad de los involucrados, sumadas a la presión que sentimos cuando la DINA nos empezó a auditar”. “Lo que puedo decir es que el PC, como partido no estaba detrás de esta experiencia. Visto con el tiempo, es comprensible: El PC había ya sufrido el primer descabezamiento de su Comité Central. Estaban preocupados en cómo mantener la estructura. Si bien la compartimentación de la información no fue difícil implementarla, incorporar medidas de seguridad asociadas a la actividad clandestina, fue más complejo”. Armando Gatica recuerda que el “Chico Domingo”, que fue el Secretario Regional del PC en La Serena, le confesó una vez respecto de las farmacias: “acá el partido no ha puesto ni un peso”. “Es probable que a algunas personas se les haya pasado algo de dinero, para la subsistencia. En ese sentido, la experiencia de las farmacias marginales, permitió dar un pequeño colchón de apoyo o de seguridad frente a lo que estaba pasando y lo que pasaba es que nos estaban haciendo pebre, matando”.

“Que la cosa venía mala la entendí en marzo de 1976 cuando un día cualquiera, Jorge Schindler me comenta lacónico que habían detenido a Jose Weibel. Quien me había aconsejado quedarme en Chile, estaba ahora detenido”. A la fecha José Weibel Navarre y su hermano se encuentran como detenidos desaparecidos.

 

 

Los pasillos de un avión y la confesión de una chilena

“Después en el año 90 me encuentro a Jorge Schindler en un vuelo rumbo a Frankfurt/Main en el avión. El iba en la sección de primera clase de la línea Aeroflot. Nos topamos varias veces porque los aviones son así: un par de pasillos. Nunca nos saludamos y las veces que pudimos hacerlo, Jorge miraba para otro lado. En una escala en Cabo Verde como de 2 horas, estuvimos en un galpón o hangar donde los pasajeros descansaban del vuelo. Lo más cerca que estuvimos fueron unos 10 metros. Tampoco nos saludamos”.

“Una vez llegado a Frankfurt me enteré por Luz Marina Urzúa, chilena residente en esa ciudad, que Jorge continuaba con las malas practicas laborales y del trato hacia sus trabajadores. A ella la despidió de un día para el otro y no le pago el dinero de un trato que tenían por porcentaje de ventas de pasajes”.

El reencuentro

Hace como un año Alsino Garcia me llama para comentarme que Jorge Schindler quiere hablar conmigo y que el piensa que es una buena oportunidad para despejar problemas del pasado. Ahí me entero de la intención de Jorge por hacer un libro sobre la experiencia de las farmacias. En esa ocasión, Jorge me presenta a Manuel Salazar. Me explican un poco la intención de cómo contar la historia de las farmacias. Manuel Salazar conversa conmigo acerca de mi experiencia como detenido en la cárcel de La Serena. Se impresiona cuando le comento que fui interrogado durante la tortura por el entonces teniente Juan Emilio Cheyre, quien fuera después Comandante en Jefe de las FFAA. El 20 de noviembre de 1973, que fue la última vez que me torturaron, el interrogador me recomienda que fuera colaborador porque ellos ya habían sido bastante estrictos con algunas personas, aludiendo a los sucesos de la Caravana de la Muerte, sucedido semanas antes, donde en La Serena asesinaron a 15 personas. En esa ocasión, vendado como estaba, no podía reconocer la voz del interrogador. Años después ese timbre lo reconozco cuando Juan Emilio Cheyre empieza a dar declaraciones televisadas al asumir como Comandante en Jefe del Ejército, en la presidencia de Ricardo Lagos.

Las armas en los estantes

Referente a la entrevista de TVN a Alsino Garcia, en el noticiero central, respecto a la tenencia de armas en los mostradores de las farmacias, Armando Gatica aclara que “al menos durante el tiempo que yo trabaje en la Farmacia El Sol en Curacavi, eso jamás sucedió. Dificulto que también haya ocurrido eso en las farmacia en Santiago, pero naturalmente hay cosas que uno no sabe que suceden. Probablemente Alsino se refirió a otra época y no al período 1975-1980. De todas maneras es algo que el tiene que aclarar”.

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Leonel Gatica Cardemil
Leonel Gatica Cardemil
Leonel Gatica Cardemil tiene su enseñanza secundaria completa, la situación militar al dia y la papeleta de impuestos pagada, pero no todos los impuestos y sin muchas ganas. Ha publicado un solo libro: Palabras destiladas ante el silencio de tus ojos en Frankfurt/M y Milan. Participó en los talleres literarios de Carlos Ernesto Garcia en Barcelona; con el Prof Italo Santoro de la Universitaet JW Goethe y en creación y apreciación estética con Germán Carrasco Vielma en Stgo de Chile.

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