El programa de gobierno de la entonces candidata Michelle Bachelet, apoyado por los partidos de la Nueva Mayoría, no solo se proponía en su origen la lucha por obtener mayores grados de dignidad e igualdad en nuestro país; de ahí se desprenden los proyectos de Reforma Tributaria, Laboral, aumento del sueldo mínimo, entre otros.
No obstante lo anterior, la búsqueda de mayor igualdad iba acompañada de algo quizás más importante: la democratización de lo público y, en definitiva, la profundización de la democracia limitada que persiste en nuestro país desde los tiempos de la transición. En este sentido, la construcción de un camino participativo y deliberativo para tener una primera base de lo que quiere el pueblo en su conjunto —cuyos resultados tendrían que verse reflejados en una nueva Constitución—; a lo que después se sumó, debido a los distintos casos de corrupción que afectaron transversalmente la política, un paquete de proyectos de ley sobre partidos políticos, transparencia y probidad.
Sin embargo, pese a conseguir ciertos avances, sectores de la Nueva Mayoría no se han logrado acoplar a estos nuevos tiempos. La fallida inscripción de primarias ante el Servel fue la gota que rebasó el vaso.
¿Cómo es posible que una coalición de gobierno, que se propone ser —en su origen— un proyecto transformador, no sea capaz de hacer primarias legales para definir a los candidatos que postularán a cargos de representación popular? ¿Cómo seremos capaces de hablarle a la ciudadanía sobre mayor democracia si los aislamos cada vez más de ella?
Como Partido Comunistas y sus juventudes, hemos instalado a nivel nacional la necesidad de mayor democracia y participación por parte de todos y todas; y entendemos que como miembros de la coalición de gobierno, como mínimo debiéramos ser congruentes con el programa que suscribimos. Con estas acciones, se seguirá nutriendo el argumento de que somos tan perpetuadores del Chile actual junto con la derecha: un país con instituciones que benefician al 1% más adinerado, poco democrático, desigual; discriminador y poco colaborador con quien hoy es víctima del sistema imperante.
Chile debe cambiar y los partidos también, tanto en aspectos institucionales como de la cultura política puntual de cada uno, para estar a la altura de estos nuevos tiempos. Los comunistas asumimos el desafío, no pretendemos fallar.