Hace como año y medio, Thomás Pikkety, el economista francés elevado a estrella de rock and roll por su libro «El Capital en el Siglo XXI», comentaba en el Congreso del Futuro 2015, que «Chile en temas de educación, comparados con otros países, había demostrado tener mucha inventiva». Fue un comentario elegante y de academia para decir: las cosas no se hacen así. En las AFP, pareciera ser calcado, pero esto de la «inventiva» no guarda relación con distinguirse de los demás en ser originales, sino que en cómo resolver mecanismos de concentración de riqueza para un puñado de personas. Las AFP son el ejemplo permanente de ello y lleva el absurdo a niveles insoportables. Las calles de Chile ahora dan cuenta de ese enojo. Recientemente el economista de CENDA, Manuel Riesco le colocó presión al Gobierno de la Nueva Mayoría al plantear que la reforma estructural a las AFP se haga ahora y no se cbhutée para la próxima administración.
Curacaví, un lugar del mapa donde se dan las desigualdades al igual que en el resto del país, en su calidad de ciudad dormitorio las personas duermen bajo una bomba de tiempo. Los adultos mayores no tienen cómo llegar a fin de mes, deberán trabajar más años, en por ejemplo, empresas como la actual concesionada para la mantención de las «plazas y áreas verdes», donde las condiciones laborales precarias son ya de conocimiento público. Mencionar la celebración anual que gestiona el municipio con los clubes del adulto mayor para brindar por haber pasado agosto, como un acto culmine de una propuesta municipal para que las cosas puedan ser diferentes, aunque mínimas o tengan que plantearse largo en la dinámica del Lobby -no olvidemos que esta comuna tiene a 2 diputados y 2 senadores a quienes se les puede echar en cara este estado de las cosas-, no se sustenta porque solo se encogen de hombros.
El portal de noticias El Mostrador, en un artículo de Claudia Urquieta y J.M. Moreno, coloca las cosas en su perspectiva histórica y nos recurda los nombres de «los culpables».
Bellas consignas publicitarias contrastan con la realidad cuatro décadas después.
Si Kafka hubiera escrito sus libros después de conocer la previsión chilena, estoy seguro de que habría sido acusado de plagio”. La frase del creador del sistema de pensiones de capitalización individual, José Piñera, era utilizada por El Mercurio el 5 de octubre de 1980 para graficar la labor del entonces ministro del Trabajo junto a su equipo, “que bajo su dirección elabora desde hace un año el proyecto de reforma al sistema previsional. Este trabajo kafkiano está sin embargo a punto de rendir sus frutos”.
El entonces ministro era claro en sus dichos, al señalar ese mismo mes que un afiliado, después de trabajar toda su vida activa, “debiera haber acumulado en el sistema previsional una suma tal que le permita obtener una pensión vitalicia de a lo menos un 70% de su última remuneración anual”.
Un mes después, el 4 de noviembre, la Junta de Gobierno liderada por Augusto Pinochet cambiaba el antiguo sistema de previsión chileno, que era de reparto, por el de fondos individuales administrados por las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP).
El 6 de noviembre, el padre de las AFP daba un discurso por cadena nacional, explicando la reforma. Al nuevo sistema paradójicamente no pertenecían las Fuerzas Armadas, que optó por mantener el de reparto a través de la Caja de Previsión de la Defensa Nacional (Capredena).
“Es hora de crear un nuevo esquema que, basado en la libertad y la justicia, permita al trabajador una vejez digna, y al país acelerar su marcha hacia el desarrollo económico y social”, señalaba el economista de la Universidad Católica.
“Todo trabajador dependiente deberá aportar mensualmente un 10% de su remuneración para incrementar su fondo individual (…). La cifra del 10% permitirá a un trabajador, de acuerdo a sus supuestos razonables, obtener una pensión cercana a sus últimas remuneraciones. En el pasado, en cambio, el trabajador, en promedio, obtenía pensiones apenas mayores a la mitad de sus últimas remuneraciones (…). No nos cabe duda alguna de que este sistema de capitalización irá en beneficio de las mayorías silenciosas y esforzadas, las mismas que fueran sistemáticamente engañadas en el sistema de reparto”, agregaba.
Hoy, según las conclusiones de la Comisión Bravo –creada por Michelle Bachelet en 2014– la mitad de los jubilados con pensiones autofinanciadas, es decir, las que no tienen complemento fiscal, como el pilar solidario que empezó a funcionar tras la Reforma de 2008, recibe una tasa de reemplazo mucho menor a la mitad de las últimas remuneraciones de los trabajadores: 34%.
Este porcentaje, construido sobre el ingreso de los últimos 10 años antes de jubilar para el total de los pensionados, difiere según el número de meses cotizados. En el caso de quienes hayan cotizado 386 meses, vale decir, poco más de 32 años, la mitad de los jubilados obtienen tasas de reemplazo que pueden llegar al 46%.
Cifras que difieren completamente de la promesa que hizo el Gobierno de Pinochet y los promotores del sistema.
En la otra vereda, en los últimos cinco años las utilidades de las AFP han aumentado 111%, pasando de $268.535 millones en 2010 a $ 568.754 millones en 2015. En todo el período, las seis administradoras existentes sumaron ganancias por $ 2 billones, según información da a conocer por La Tercera.
Otro dato decidor: tal como publicó El Mostrador, en 2015 se repartieron más de 20 mil millones de pesos entre 266 directivos y ejecutivos clave de la industria.
A 36 años de su inicio, el negocio enfrenta un fuerte rechazo por parte de la ciudadanía, que el domingo pasado salió a las calles marcando la agenda política que tuvo que recoger el guante y que, incluso, fue tema obligado al que tuvieron que referirse posibles candidatos presidenciales, como Isabel Allende, Ricardo Lagos, Alejandro Guillier o Manuel José Ossandón.
A diferencia del hermano de José Piñera, Sebastián Piñera no se pronunció al respecto. De hecho, una parte de la gira nacional por el libro sobre su Gobierno, la realizó junto a su ex ministro de Vivienda y actual presidente de la Asociación de AFP, Rodrigo Pérez Mackenna.
Las señales de que “el milagro chileno” de las AFP no estaban dando los frutos esperados para los pensionados no son recientes. En 2008, 18 años después de instaurado el sistema, se concretó una reforma, que entre otras cosas estableció un sistema de pensiones solidarias en vista de las magras jubilaciones. Pero las cifras actuales y futuras continúan complicando a los usuarios del sistema.
Bajas pensiones
En su libro El Cascabel al Gato, José Piñera señalaba que “si todo iba razonablemente bien, nuestros cálculos indicaban que ahorrando mensualmente un 10% de la remuneración, las pensiones podrían alcanzar a montos equivalentes al 70% de ella al final de la vida de trabajo”.
Pero este porcentaje ha sido relativizado por el doctor en Economía de la Universidad de Harvard. Esto, paradójicamente, luego de una polémica mientras su hermano era Mandatario en 2013 y anunciara una serie de reformas al sistema previsional, reconociendo que no estaba cumpliendo con la promesa original de entregar una jubilación equivalente al 70% del sueldo.
Fuente: El Mostrador