La Visión Comunicable de Rosamel del Valle

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La visión comunicable de Rosamel del Valle es el libro con menos refrencias bíblicas, astrales y metafísicas: Las tiene, pero lo que más presente está es un sentimiento de extrañamiento y amor. Rosamel durante este libro reside en Nueva York y su pareja es Therese Dulac y, por lo que se ve del libro, el amor se está acabando. Un amor meancólico pero del que pareciera estar muy consciente de su fin. A pesar de los eternizantes e infinitos Holderlin, Novalis y Rilke, que Rosamel siempre menciona, en este libro se manifiesta claramente la Tierra Baldía de Eliot, especialmente La Partida de Ajedrez –con su visión pesimista del matrimonio. y con la clara consciencia de un cuerpo cuyas facultades declinan, ciertos feísmos, dientes que se caen y alusiones al cuerpo y a la ciudad que son la transformación de las imágenes ortopédicas del surrealismo pasadas por el sedaso de Eliot y sin la mordaza de los dictados de Breton (cómprate una dentadura nueva, cuando él vuelva del ejército querrá verte linda; para qué te casas si no quieres hijos), y la consciente de la impermanencia de todo, de la muerte y la fascinación por todos lados, pero en una ciudad extraña. O sea, fascinación ante lo nuevo, pero también ante la muerte nueva. Recordemos que el Rosamel de las abejas, ese poeta de Curacaví, tiene como únicos referentes universales sus lecturas: Rilke, Holderlin –los altos-y luego el surrealismo y Eliot que lo aterrizan y traducen la metafísica en una conciencia de la muerte y carcoma real, las hipocondrías, el olor de la muerte, el fin del amor aunque nos tratamos de asir a él.

A pesar que Zambrita se declaraba lector de él, siempre leía en público los poemas que yo le señalaba o que sabía eran mis preferidos (¡elige tus propios poemas, negro!).

 

Lejos está la tarde. Mucho se habla de sus desnudeces.

Yo debía ir a su encuentro, pero me lo impide la idea

De empezar a deshacerme. No puede dejar de seguir el proceso

De las manchas en el muro. Es como si estuviera

Despertándome a pedazos. En una hora, ya ves, en una hora

Pueden cambiar tanto las cosas. Un recuerdo perdido es

Un hueso menos en el cuerpo. Tal vez algo parecido

A un nombre en una lista. O a la turbación

Del astrónomo por la aparición de una nueva visita en el cielo.

 

El deshacerse del que habla en este libro, un hombre menos en una lista, y como contraste, la aparición del astrónomo por una nueva estrella en el cielo es la esperanza de luz de un renacimiento amoroso o un lucero. Sabe que todo se acaba. En todo caso, adiós dirá mi ruido y adiós repetirás,

Visión sentada junto a mí y con el fin del mundo sobre las rodillas.

(Coronación, Visión comunicable)

La conciencia brutal de la obsolescencia del amor. En estos poemas aparece más el Bretón urbano o el Eliot demoledor de Tierra Baldía y su visión demoledoramente pesimista de la vida –siempre resuelta por Dios como en un sistema hegeliano- eso reemplaza al metafísico alucinado de ojos brillantes de Curacavi, lector y alucinado.

 

¿Podrían tus ojos

Unirse a los míos para ver pasar la desnudez de la noche?

¿Para abrir el fruto podrido del tiempo? Ya lo sé.

Tu cielo no es mi cielo. Y el perfume de tu muerte

No es mi perfume ni mi muerte.

No. Porque el mundo tiene un olor a farmacia. Un olor

A clínica, como ese que sale de los fonógrafos.

 

Su exilio, porque –para robarles la palabra exilio a quienes detentan su monopolio- lo de Rosamel en NY City fue quizás un poco eso, recorriendo las calles de la mano de Baudelaire. Aunque quizás Del Valle habría sido exiliado en todas partes. En Chile al menos, Humberto Diaz Casanueva lo saca de su condición de obrero de imprenta y lo ubica en Nueva York como funcionario menor en la ONU.

Recordemos que ahí traduce a los beats, completamente distintos a su poética, aunque fue quizás por el lado astral, esotérico y vagabundo se unieron los cables en ese caso. Y haberlos conocido probablemente le dio la perspectiva de una palabra mucho más de uso que una palabra cercana a los himnos a la noche o al diálogo con personajes bíblicos En ese sentido, también sería importante la recopilación de las traducciones de Rosamel, especialmente de Fata Morgana de Breton más las de Ginsberg-Corso y los beats por su valor de documento más que por su valor de traducción.

Ese material ya está traducido, pero la gracia es ver qué operaciones y adaptaciones hizo Del Valle. Sería invaluable. Pero así como los Fragmentos a su imán de Lezama, esta es la obra de Rosamel en donde juega distinto, y eso lo hace cercano, y es la preferida de muchos. Directa, demoledora y no llena de las alucinaciones con la biblia y los maestros metafísicos. El surrealismo servido en platos calientes, sampleado care raja no sirve de nada y había mucho de eso: los pijes de mandrágora. Sólo el que juega diferente y hace los cambios y adapta y pone su voz y somete las modas a la temperatura ambiente de su tiempo y lugar, sobrevive. En el caso del surrealismo, los que dieron ese giro fueron Ashbery, Matta y Rosamel. Hasta el petimetre egocéntrico y mareado de Huidobro lo felicitó, urgido de que no vaya a salir una voz tan potente que opaque al justamente olvidado y poco leído pije. Rosamel x siempre.

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