Jesucristo, la Navidad y el significado de ella en el Chile Actual

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T13.cl

Estamos a vísperas de una nueva Navidad que ocurrirá este 25 de diciembre del 2016 en Chile. Una fecha que hacemos balances de cómo nos comportamos éticamente y moralmente, de acuerdo a las condiciones que tenemos fijadas como cultura judeo-cristiana occidental. Sin duda alguna, Jesús de Nazareth (si se es creyente o no), es uno de los personajes históricos más densos que se han comentado a lo largo de la historia, de forma favorable o desfavorable. Trajo para su tiempo un mensaje de esperanza, de alegría, de paz, dignidad y amor. Hoy en estas fechas, que se le celebramos su supuesto nacimiento, la pregunta que debe hacerse como ser social, como persona y como ciudadano, ¿el mensaje que impartió es coherente con sus enseñanzas y con los tiempos actuales? Intentaré contestar esta pregunta en la siguiente columna.

El Jesucristo Histórico y su significancia como personaje

Para la mayor parte de la gente, Jesús de Nazareth nació el 25 de diciembre del año 0, que inaugura para la cultura occidental la partida de una época con él hasta el día de hoy. Sin embargo, esta fecha no está del todo clara por los historiadores culturales, de la religión y las mentalidades, incluyendo los teólogos cristianos. Se estableció esa época por mutuo acuerdo con una vieja tradición pagana, que era la Fiesta del Sol Invicto (Mitra o dies natalis Solis), que se celebraba el 25 de diciembre, después del solsticio de invierno. Una fecha en la cual los romanos y otros pueblos en el Hemisferio Norte era significativa, porque era necesario celebrar y delimitar el tiempo de las cosechas y de las siembras para los años venideros. El sol, en distintas culturas, es fundamental porque obviamente, sin Sol no hay vida. La asociación y el acuerdo fue para aunar concensos entre la alicaída religión romana y el naciente y todo poderoso cristianismo, que ganó la lucha ante el Imperio de ese entonces. Como menciona el teólogo Joseph Ratzinger (Papa Emérito Benedicto XVI), “lo más decisivo fue la relación existente entre la creación y la cruz, entre la creación y la concepción de Cristo” (J. Ratzinger, El espíritu de la liturgia, 131). En otras palabras, se buscó una asociación entre el símbolo divino de la luz, la vida y el buen porvenir, por lo que Jesucristo (Dios Trino para nosotros los cristianos y/o católicos) es una fecha que celebramos la significancia de su buen mensaje de amor, caridad, favores y buenas obras al prójimo como un buen acto de fe en estas fechas.

Más allá de entrar en controversias sobre su fecha, queda por analizar su rol como personaje histórico y su densidad en el tiempo, porque no es muy relevante la supuesta fecha exacta de su nacimiento, sino que es más importante comprender su rol histórico. Según el Evangelio, “nació de la Virgen María, su Padre Adoptivo es José, descendiente del Rey David, nació de forma modesta y fue reverenciado como un Rey, pero más que tener un trono de oro, lo es por su carácter divino” (Lucas 2,1; Mateo 1,18). Esta anterior cita muestra que no se trata para cualquier creyente de una persona cualquiera o un miembro de la plebe o el vulgo; más bien es una divinidad redentora que es conmemorada y celebrada con alegría por todos los seres humanos, que creen en la significancia de su mensaje y de su esencia trascendente e inmaterial. Es decir, es alguien con carácter humano, pero es divino para todo creyente (como yo). Tanto es así que Agustín de Hipona (San Agustín) argumentaba que, “el verdadero orden de la historia no es otra cosa que el plan divino para la redención del mundo, preestablecido (por lo menos en sus líneas más generales) desde la Creación hasta el Juicio Final” (San Agustín, Ciudad de Dios).

Si vemos el lado científico e histórico de este asunto, existen personajes históricos que determinan el avanzar del tiempo histórico, ciertamente. Sin embargo, son las condiciones históricas como el carácter de la sociedad imperante, las condiciones económicas, la cultura, la política, etc., determinan la trascendencia de los mismo. Los personajes no son los sujetos de la historia, sino son el reflejo de ella. Como señalé anteriormente en otra columna, Émile Durkheim señalaba que la Religión es el “reflejo de la sociedad”, o, en otras palabras, si usted cree en una divinidad, es producto de sus viviencias que tiene. Y respecto a la historia, no es de un hombre, sino de “los hombres en el tiempo” según el historiador francés Marc Bloch. Por lo que, Jesucristo es reflejado por usted y lo refleja a usted (en mi caso me refleja a mi) por sus creencias y por su Fe. Por eso es un personaje denso, que da significado a toda nuestra cultura y nos enseña lo bueno y lo malo de la vida que podemos tener a diario, creando una ética y moral cristiana no ajena tanto a creyentes o aquellos que no, por más que se discuta.

La Navidad como fiesta en el Chile pasado

Como expliqué anteriormente, Jesucristo es un personaje denso y divino (si lo cree o no) que a lo largo de dos milenios (año cero hasta el presente siglo XXI) se ha manifestado como una figura central y aunque usted no lo crea, es respetada por culturas como la musulmana, la judía, la hinduista, budista y me atrevería a decir por aquellos laicos y ateos tolerantes, más por su mensaje y significado del amor, la caridad y la solidaridad, unido a la austeridad y preocupación por los que sufren a diario (el prójimo), en mi caso, los pobres, los trabajadores, los inmigrantes, los estudiantes y mucha gente oprimida, que necesita al menos ser escuchada. Al respecto, si vemos su fiesta y la fiesta que celebramos actualmente, es muy diferente al escenario que vemos en nuestras casas.

La historiadora de la Universidad Católica Olaya Sanfuentes, señala que “las Navidades Pasadas en Chile, no contaban con árboles de Navidad”, con Santa Claus (Viejito Pascuero) ni personas que acudían desesperadamente a un mall a comprar regalos. Si aprovecha de ver Los Simpsons y sus Especiales de Navidad, me entenderá o lo vive a diario, al tratar de conseguir la Tablet y el gorro de Viejito Pascuero (y es verano). Señala esta historiadora que, “en la época de nuestros bisabuelos, tatarabuelos y chosnos (siglo XIX o 1800-1900) no existía una sociedad desordenada ni gente loca peleándose por un regalo o por la cena navideña. Esta fiesta se celebraba con cantos litúrgicos, con una fiesta en la anterior Feria de Abastos, donde se juntaban tanto ricos como pobres, se regalaban frutas de la estación (sandías, duraznos, etc) acompañado de comidas y bebidas. Con desórdenes, pero lejos del consumismo actual. Si quiere ver más detalles de lo que digo, vea este link: http://www.uc.cl/es/la-universidad/noticias/5172-investigacion-rescata-la-navidad-del-chile-del-siglo-xix

Si nos adentramos en el siglo XX, ya podemos ver elementos más occidentales y del Hemisferio Norte presentes en las Navidades: árboles de navidad de pino, juguetes de regalo, cenas navideñas, niños pidiendo regalos como muñecas y trenes de vapor, etc. En ese Chile, pero de 1939, el gobierno del Frente Popular, presidido por el Radical Pedro Aguirre Cerda, instituyó la Fiesta o Pascua de los Pobres, que entrega regalos a los niños con necesidades y anhelos a los más necesitados. Pero analizando las Navidades de esas épocas, eran Navidades, a pesar de las carencias y modelos de Estados Unidos y Europa, muy austeras. Preguntéle a su padre, a sus abuelos, tías, etc, como eran las Navidades en los años cuarenta, cincuenta y sesenta. No aspiraban a más que una historieta como el Mampato, una pelota de fútbol, un tanque o tambor de hojalata, que duraban toda la vida, incluso hasta hoy. Yo hice ese ejercicio con mis abuelos, con mis papás y mis tías y me contaron de un árbol de pino original, de cenas sencillas y de juguetes no tan sofisticados ni onerosos. Respecto a las Navidades actuales (del siglo XXI) hablaré ahora.

Las Navidades Actuales, el hiperconsumismo y el individualismo en las necesidades de otros en el Chile Actual.

En nuestros tiempos, celebrar la Navidad se resume en una frase desenfrenada: consumismo. Es cuestión de ver los noticiarios en distintos centros comerciales o malls, donde existe una fiebre o lucura consumista por adquirir la última novedad para su familia o los niños: el Iphone 6, la Tablet, la muñeca Barbie, el Pavo y si está feliz y tranquilo, compartirá esa felicidad con sus seres queridos y lo publicará tanto en Facebook, en Instagram, etc. Eso mientras pueda y las condiciones económicas se lo permitan, porque el mero acto de consumir, no es el mismo en todos los estratos de la sociedad.

El sociólogo chileno Tomás Moulian en su módico libro, “El consumo me consume”, señala que, “consumir es una operación cotidiana e imprescindible que está ligada a la reproducción material pero también espiritual (cognitiva, emocional y sensorial) de los individuos. Es un acto ordinario ligado al desarrollo vital y es el objetivo de ese intercambio incesante de los hombres con la naturaleza que llamamos trabajo”. En español, eso quiere decir que consumir es algo común que realiza todo ser humano. Sin embargo, cuando este proceso sociológico, cultural, psicológico y económico cuando altera las condiciones normales de todo ser humano y conlleva a un deseo irrefrenable por adquirir bienes no muy necesarios, es cuando es demencial y un problema patológico. Es lo que llamaba Karl Marx enajenación o alienación. Es decir, salirse de uno mismo, no ver su propio ser y entregarse a trabajar sin descanso y con mucha impaciencia, endeudamiento y apuro.

Asì mismo, consumir llega a que uno consuma sin remedio lo primero que ve en el templo de ese mundo, es decir, los malls. Ya es insegura una plaza, un parque u otros espacios públicos. Estos espacios contienen todo lo necesario para la vida diaria. Pero para acceder a ellos, usted debe tener algo llamado trabajo, algo que le permita consumir, como una tarjeta de crédito y poseer un medio de transporte para llegar a él, como el público (que es malo) o algo más cómodo, como un automóvil de cualquier tipo, pero último modelo. Si no lo tiene, lo puede adquirir ahí en ese espacio estéticamente mal concebido.

Si seguimos viendo esto en términos prácticos, una persona de clase media para comprar su cena de Navidad, al no poseer un trabajo estable, se ve obligada para entregar una “buena” Navidad a su familia tener ingresos fijos. Pero si no los posee, se ve obligada a trabajar en trabajos poco seguros e inestables, por lo que tiene que endeudarse con tarjetas bancarias o las que ofrece el retail (Falabella, Paris, Jumbo, Cencosud, etc) para adquirirlos. Para el año venidero, tiene que trabajar y trabajar para pagarlas, porque la vida moderna demanda mucho eso. Si fracasa y no lo logra vienen las miserias: lo llaman de calls, al no encontrar trabajo, le demanda tanto su pareja, su familia (hijos, sobrinos, padres, etc) lo que le promete y si no lo logra, puede morir o enfermarse de una enfermedad orgánica como infartos al miocardio, diabetes mellitus (al comer sacia la ansiedad) o de enfermedades mentales como depresión, cuadros ansiosos, crisis de pánico, psicosis esquizofrénicas o de bipolaridad, etc. Para ser feliz, tiene que cansarse mucho y al llegar fin de año, consume mucho al viajar al extranjero, al comprar y comprar…Algo de esto lo habla, también, el coreano Byung-Chul Han.

El chileno de sectores medios y de sectores más bajos no se salva de esta espiral: el flaite, lucha y delinque en Navidades para llevar no sólo un pan a la mesa, sino para llevar hasta un Audi hasta su humilde población; la señora Juanita se endeuda con la Master Card de Ripley para comprar los regalos para sus nietecitos en Navidad, un Profesor (para hacer llevadero su vida) tiene que adquirir un auto como un Chevrolet Corsa para llegar a su casa y un joven que aspira llegar a una Universidad Tradicional (Universidad de Chile, Católica, etc), tiene que endeudarse su familia o el mismo para un Preuniversitario y flanquear la infame PSU y así acceder a los beneficios que ofrece el Estado para que no se endeude (si es que puede). Estos ejemplos pasan en la Navidad Actual.

La pregunta que me hago (y no me llame loco, resentido y criticón), ¿por qué en estas fechas usted tiene que entrar a esta espiral de consumo desenfrenada y poco sensata si el mensaje primigenio de Jesús apelaba a lo contrario? ¿En el poseer está la felicidad sólo para usted o si tiene dinero de sobra, por qué no hace felices a los demás, pero no con meros actos caritativos a lo Leonardo Farkas, sino favoreciendo políticas que corrijan los anteriores abusos? Sólo digo…

Conclusiones para futuras o presentes Navidades.

Un clásico de lectura para las Navidades es la novela de Charles Dickens Novela de Navidad, en la que relata la historia de una familia que no tiene mucho que echarle al estómago, pero se apoya entre ella; a diferencia del avaro y cruel Ebenecer Scrooge que le señalan que no sea tan tacaño, cruel y despreciable con su prójimo y su familia. Que se preocupe por los demás. Lo visitan tres seres sobrenaturales y el último al señalarle que lo despreciarán y se alegrarán por su partida hacia el más allá lo hace recapacitar y se redime como persona, mostrándose generoso, humanitario, filántropo y solidario. Uno de esos cuentos de mejor autoayuda y necesario para personalidades de todo tipo, que ostentan un gran poder económico en el Chile Actual. Imagíneselos.

Al respecto, lo que yo intento señalar que el verdadero logos o acción de Jesús es que usted sea feliz y haga felices a su familia y al resto de la sociedad, pero no en el cielo; sino en la Tierra. Trate de reconciliarse en estas fechas con los demás, sea amable y buen samaritano con las familias que lo pasan mal y combata el demonio que causa la miseria y la opresión en Chile: la desigualdad y el hiperconsumismo. Al respecto, los abusos de los retail, los bancos, los malos empleos le hacen daño a la gente en su conjunto y la las personas en general. No enloquezca ni se transforme en una máquina de producir y gastar, porque es un ser humano. Le aseguro que será más feliz ayudando desinteresada y sólidamente a los demás y dejando ese individualismo y el mero afán de ostentar ante otros que son oprimidos y sufren. Al respecto, el Evangelio es claro:

  • “Siento pena y compasión dijo Jesús al instante porque esa multitud ya tiene fatiga y hambre”. Evangelio Según San Juan, (6,1).
  • “Felices los que tienen espíritu de pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Evangelio Según San Mateo, (5,1).

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