Una nueva navidad y un viejo anhelo vuelven a juntarse y yo no deseo nada distinto a que todos puedan compartir con un mensaje tan universal y vigente, como lo es: la paz y el amor, junto a los nuestros, los presentes entre unos y otros, la buena convivencia y el pesebre. Yo misma hice muchos pesebres por diversas razones y les guardo un cariño especial.
Para todos a quienes conozco en este pueblo, que nos dejó quedarnos a mi a mi familia, y a quienes se encuentren en cualquier lugar, les comparto: Nosotros no somos ningunos huérfanos y si las cosas ahora no van bien, no siempre será así. Eso, lo leí alguna vez y se lo escuché siempre a quien mucho le debo en esta vida: María Recabarren Rojas.
A mi familia de sangre: hijos y mis nietas, y familia de vida, que nos conocimos en los suburbios de La Pintana, cada cual con sus carencias a cuestas. A mis amigos de siempre y nuevos. A José Luis Diaz Millán, un comunista tan sencillo como humano, digno y leal. A todos los integrantes del Comité de Vivienda PRAIS con su sueño de una vivienda propia, como Reparación del Estado por Prisión Política y Tortura para hacer vida cotidiana y seguir luchando, de la misma manera o distinta, al igual que todos los días. A Soledad Ahumada Arriagada en su juventud y compromiso. A todos les deseo un momento íntimo, tan cercano al mensaje que nos llega a través del relato o la Fe, al compartir una comida y todo lo que nos queda de emoción y solidaridad para brillar en el momento del encuentro: antes, durante o después de la cena.
Feliz Navidad, Próspero Año 2018 y nunca olvidemos: No estamos solos. Nos tenemos los unos a los otros, por siempre.