
Una fecha me marca desde hace mucho tiempo y cada año veo la manera cómo en Chile, las personas tienen un entendimiento más cabal sobre las gravísimas violaciones a los derechos humanos; pese a actitudes negacionistas y al lamentable fallo de la Segunda Sala en lo Penal de la Corte Suprema al otorgar libertad condicional a violadores de DDHH con crímenes catalogados como de “lesa humanidad”.
La tragedia es tal que incluso se dan situaciones de sin sentido en personas que debieran tener un solo accionar ante la conmemoración del 11 de septiembre, pero aprecio también algo similar en quienes sienten, esa fecha se debe celebrar pues se trata de la salvación del país. Qué nos falta como país o sociedad para entender que lo ocurrido con el 11 de septiembre no es solo el bombardeo a La Moneda o el quiebre constitucional, sino la violación sistemática de los DDHH una vez instalada la dictadura?.
Me ha tocado escuchar opiniones de vecinos y vecinas, de derechas, que bajo ningún punto de vista avalan o le dan contexto a las violaciones de derechos humanos, y yo les creo.
Yo vengo de Santiago. Soy originaria de la Población La Bandera, en San Ramón y desde que recuerdo, las protestas en los años 80 contra la dictadura de Pinochet no solo significaba meter bulla. Se trataba de toda una gestión orgánica para preparar la protesta y eso tenía mucho sentido. Quienes venían luego no eran fuerzas de seguridad para contener o dar cuenta de su presencia como señal de autoridad. Quienes venían eran uniformados, da lo mismo si eran “milicos” o “pacos”, a matar, a hacer una limpieza, a llevarse personas para luego hacerlas desaparecer o rociarlos con gasolina, como fue el caso de Rodrigo Rojas, cuya madre, Verónica De Negri ha estado en Curacavi con el propósito de ayudar a tener un Memorial que cumpla con el standart de un Sitio de Memoria. Los años 80 fue un tiempo donde aprendimos a defendernos. En la protesta, había por decirlo así, una sola acción: sacarlos de encima el yugo criminal de la dictadura pinochetista. La suma de la acción opositora de ese entonces, permitió la no perpetuación de la dictadura de Pinochet.
Yo llegué a Curacaví a principios del 2000 y se trataba básicamente de vivir una vida cotidiana bajo el ímpetu de la esperanza: la alegría ya viene. En fin, seguramente la alegría tuvo razones para no llegar. Tal vez no se siente a gusto cuando el cinismo y la política de lo real se encuentran en un espacio común muy propio de lo miserable, la infamia y el descaro. Quienes se sientan a gusto en un escenario soportado por estos tres pilares, allá ellos. La vida se trata de hacer cosas simples o significativas que nos permitan estrujar lo mejor de todos nosotros y eso yo lo entiendo como un deber.
Un deber es también en Curacavi hacer todo lo posible por rendir un solemne homenaje a los caídos bajo el fuego de la dictadura. Se trata de vecinos y vecinas que el Curacavi de ese entonces conocía. Todos se conocían.
Y debemos conocerlos por siempre. Jamás olvidar por ejemplo, la manera en que la Sra Gricelda Rojas tomó una pala y se fue a buscar a su hijo Segundo Hernán Antonio Muñoz Rojas por los cerros o sitios eriazos junto a otras mujeres que buscaban a los suyos, poco después del fusilamiento de Cuesta Barriga. También el relato de Patricio Venegas de cuando, tras la primera ráfaga de disparos, cae y escucha luego el diálogo entre los carabineros asesinos porque había quedado uno con vida. Venegas aun recuerda esos detalles y dice que todavía no puede describir bien el momento en que a Nicolás Gárate, herido de muerte, le disparan “el tiro de gracia”, para luego arrancar los asesinos como ratas. Se trata también de dejar registro de Memoria sobre los recuerdos de la niñez en palabras de Gastón Manzo y sus hermanos respecto de la gran falta que les hizo su padre asesinado. Es conmovedor como Gastón Manzo hijo recuerda por ejemplo, los viajes con su padre Gastón a comprar las cosas para el almuerzo familiar de los domingos. O lo escrito por el vecino de cerrillos Victor Galvez cuando le hace una entrevista a Camilo Muñoz y este recuerda los hechos de su detención. También el inicio de esta Velatón que se realiza cada 11 de septiembre en un costado de la plaza de Curacavi iniciado por Victor Barrera Barrera debido al doble fusilamiento y desaparición de su hermano Guillermo Barrera Barrera.
Todos esos recuerdos, subjetividades, hechos procesalmente comprobados, sentencias judiciales, queremos reunirlas en el sitio virtual www.memoriacuracavi.cl la que tendremos lista para el 16 de septiembre, día en que se llevan a un grupo de sencillos curacavinanos para masacrarlos en Cuesta Barriga y están todos y todas invitados a entregar testimonio.
Este año, como una manera de rendir un solemne homenaje a todos los caídos y prisioneros políticos en Curacavi, realizaremos una marcha a las 21:30 hrs desde la Parroquia Nuestra Señora del Carmen en la Plaza Pdte Balmaceda (donde tradicionalmente se realiza la Velatón a las 20:00 hr), al Memorial, ubicado en Av O’Higgins 1440.
Siempre que hagamos acciones de este tipo, abandonamos ese espacio nefasto donde coinciden lo miserable, la infamia y el descaro y es un deber vecinal nuestro tanto como de todas las personas de buena fé trabajar para que allí no habite vecino o vecina alguno.
Mirtha SaezPresidenta de la Agrupación Social y Cultural DDHH Curacaví





yo tengo a un tio que fue fusilado y en mi familia aun hay unos canallas que dicen: por algo le paso… a nadie puede pasarle algo como perder la vida por pensar distinto
me impacto eso de antes todos eramos conocidos… hoz tambien lo somos pero antes aun mas porque habia menos personas en este pueblo… supongo, lo que delataron y colaboraron con los pacos para subir personas a la «camioneta amarilla», tambien son conocidos
una romeria entre la plaza y el memorial… ahi estaremos!!…
personas senciilas, campesinos u obreros, profesionales o incluso niños o mujeres embarazadas asesinadas o desaparecidas…. y aun hay unos infames que le quieren poner contexto a esta criminalidad… honor y glorias a todos los caidos…