
El panel de expertos dedicado a analizar las variables que inciden en el precio para los usuarios en el uso de la red metropolitana, hizo su trabajo según el marco normativo vigente. Este panel de expertos, solo puede subir la tarifa, nunca bajarla. En medio del contexto de las protestas, el Presidente del Panel de Expertos del Transporte Público, Juan Enrique Coeymans, dijo que “cuando sube el pan -entre otras cosas-, no hacen ninguna protesta”.
Dias posteriores al alza en el pasaje del transporte público comprendido en la red Transantiago-Metro, el ministro de economía Juan Andrés Fontaine además de defender el alza tarifaría, sugirió encontrar el espacio para ahorrar: quien “sale más temprano y toma el metro a las 7 de la mañana tiene la posibilidad de una tarifa más baja que la de hoy. Ahí se ha abierto un espacio para que quien madrugue pueda ser ayudado con una tarifa más baja“, y cuando se le preguntó por la situación de miles de capitalinos que deben recorrer largos trayectos para llegar a sus trabajos, situación que ya los hace levantarse temprano, el ministro señaló: “desgraciadamente es necesario ese esfuerzo”.
Quien desee echar un vistazo a la manera de enfrentar esta situacon por parte de las autoridades, verán una tónica uniforme a la hora de entender y explicar. Ministra Hutt de Transportes, Cecilia Perez de Secretaría general de la Presidencia, Mañalich de Salud centran su palabrería en: no tolerar el saqueo, las hordas de delincuentes y indicar que la culpa la tienen los diputados porque le niegan a este Gobierno, la sal y el agua. Pareciera, para el Gobierno en pleno la manera por parte de la población para protestar no debe ser distinta a utilizar las Oficinas de Información, Reclamos y Sugerencias (OIRS) y así, para esta crisis puntual, un jubilado, por ejemplo, quien ya recibe una pensión con la cual no alcanza a cubrir sus necesidades, pueda solicitar información sobre el alza de pasajes, de paso, dejar un reclamo, en caso lo tenga y finalizar con una sugerencia, tal vez, diferente a la ofrecida por el presidente Piñera, luego de ir a comer pizzas en un local de Vitacura ayer viernes cuando con notoriedad, su gobierno no sabía cómo reaccionar ante el estallido social.
El alza en el precio del transporte público fue un detonante y quienes mejor lo supieron entender, fueron precisamente los estudiantes del Instituto Nacional. Tras meses de tensión en la que el alcalde RN Alessandri utilizó una simplista fórmula para tratar los descontentos: criminalizar y llenar el perímetro del establecimiento con fuerzas del GOPE, los institutanos establecieron una idea poderosa: evadir.
El Presidente
Sebastian Piñera Echeñique, presidente de todos los chilenos y pariente sanguíneo del alcalde de Curacavi Juan Pablo Barros Basso, cacareo hace poco: Chile es un oasis, en comparación al vecindario sudamericano, más recientemente Ecuador. A la vuelta de la esquina está la realización de la APEC y de la COP25. Donald Trump envió a sus chicos para ver aspectos relacionados con la seguridad y preparar rutinas propias de la CIA y el servicio secreto. Pero, todo era más bien un trámite pues Chile, es diferente.
Ha sido conocido desde mucho la personalidad del presidente Piñera, en el sentido de salirse con la suya; sin embargo, ello debiera estar contenido por el mismo pues, el es solo la cara visible de un conglomerado que va desde derechistas independientes, convertidos de última hora, los viejos RN y UDI, el nuevo EVOPOLI y los amigos y familiares del presidente mismo. Con los neofascistas de JA Kast están distanciados de la puerta para afuera y habrá que ver si para esta crisis, también eso es de la puerta para adentro.
Las chambonadas presidenciales, que incluso han bajado la creatividad de equipos de redacción de medios periodísticos y solo advierten ex post los numeritos, para esta crisis, simplemente funcionaron como aceleradores de fuego.
La insistente condena del presidente Piñera a la evasión de los secundarios al pasaje del metro lo llevó a condenarla en términos enérgicos. No fue el único que lo hizo, pero de todos quienes opinaron en ese sentido, ninguno estuvo evadiendo el pago de contribuciones de una casa de lujo de poco más de 200 mts2, por casi 30 años, para luego regularizar la situación con el pago de una multa cañañienta y de un par de años del total evadido. Aparte está la cuestión de haber evadido a la Policía de Investigaciones (PDI) cuando tenía una orden de detención por desfalcar (robar) todo un banco.
Se trata de una cuestión de estilo. No es lo mismo patear las rejas de una sucursal bancaria cerrada en medio del griterio y el caos, que meterle en pene en el ojo a dueños, accionistas y personas naturales que tenían su dinerillo ahí, el conocido Banco de Talca.
La Crisis
Esta situación por cierto es una crisis social, sin conducción, de un gobierno con escasa capacidad de reaccionar y ninguna credibilidad. Es el conjunto de la sociedad chilena la que ayer y hoy y veremos cómo sigue en la semana, quien llegó a un punto de saturación. Se cabrearon. Demasiada tensión en un elástico que al final se cortó. Simple.
La paciencia ya no soporta la desigualdad, falta de oportunidades. Es la salud, las pensiones, la educación con deuda, la vivienda, los sueldos tan extremadamente dispares (ojo, no se trata solo de los parlamentarios), el aumento de la luz, el saqueo del agua, el robo sistemático por parte de las Fuerzas Armadas en sus casos Milicogate, luego su generalato con vacaciones de lujo pagada con dineros fiscales y el de Carabineros con su Pacogate. En fin: un oasis podrido, con el “shansho” re mal pelado y una ciudadania que lo soportó todo hasta ahora.
El problema es que para salir de esta crisis, el empresariado chileno debe dejar de ser como es, capaz de aliarse con criminales, financiar dictaduras, comprar personas (las que bueno: son comprables no más), y una larga lista que en nada los distinguen, aun si son parte de los “financistas” de la Teletón, como lo es el caso del “amigui” del presidente Piñera Juan Carlos Délano, el del caso Penta.
Si bien en estos días empezaron unos pocos, los secundarios, al parecer particularmente pertenecientes al Instituto Nacional y otros establecimientos, luego creció con los otros componentes de la sociedad chilena y ahí está el arcoiris: dueñas de casa, oficinistas, trabajadores en general, adultos mayores, menores de edad, etc; y quienes participan de la economía informal y están a diario en la calle, un grupo humano demasiado grande. Algunos, como los he escuchado, bromean con eso de ser “emprendedores”, pero saben bien que solo tratan de sobrevivir y en esa sobrevivencia, zafan de Carabineros todos los días. Es esa otra bronca acumulada. También el lumpen porque, el lumpen existe y siempre ha estado y por lo general se dedica a sus dinámicas de lumpen, hasta que pasan estas cosas. Pero tampoco debemos olvidar a otros de toda la vida: los infiltrados.
La rabia es el motor de esta crisis y se acumula desde hace mucho. En su estallido, puede durar poco y no lograr un avance para las demandas sociales. Se trata de solicitudes en beneficio de las grandes mayorías, de nosotros mismos. Por eso, cuando suben $ 30 el valor del transporte, se siente como un peso no posible de sobrellevar; sin embargo son solo $ 30, la misma cantidad que este gobierno con este mismo presidente y sus ministros sectoriales, destina como aporte extra para que la red de salud pública soporte la incorporación de la patología Alzheimer como GES.
Con esta crisis desatada, falta ahora constatar cuál será la dirección que va a tomar y en esto, la tarea es de todos, de lo contrario, la solución será la de ellos.
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