Cifras y golpes bajos

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The Clinic

Los golpes bajos y todo tipo de trucos sucios son normales en el último round. Pero no en las nobles artes marciales y el box, sino en la política. Se reservan para el último round los golpes más arteros (maleteros, decimos en el barrio), las celadas más premeditadas. En este caso, fue la cifra. Ya lo habían hecho antes con Beatriz Sanchez. Ok. Es casi como un chiste de Mala Imagen, quien se merece publicidad gratuita por hacernos reír y por alivianar el festival de dagas con el candidato de blanco. “A ver, Candidato, ¿cuántas  pelotas de ping pong caen en un Boeing 747?. ¿Cuántas entradas a la Deep Web hace un curso entero de estudiantes de Teología del Opus en un año?. ¿Cuántos pelos tiene en el culo la persona que le está haciendo la entrevista? En términos hípicos, estamos en tierra derecha, en términos boxeriles, en el último round. En montañismo: la parte cercana a la cima, que suele ser la más empinada. Sinceramente, no creo que gane Kast, ahí sí que se activan todos los aparatos de resistencia. Hasta los abuelitos que pertenecieron a algún grupo de resistencia dura se levantarían de sus sillas-hamacas para enfrentar la administración de un loco. Un loco que es de mandar a matar gente sin asco. El país se convertiría en un territorio de guerra, como ya lo es en la Araucanía. Nadie quiere eso. Pero las pilladas son arteras y el filisteísmo (un estado espiritual que juzga todo en términos de utilidad inmediata) está en salsa.

El gobierno de Boric no se propone como un gobierno de ejecutivos de empresas. Más allá que se entienda con los emprendedores bendecidos por Jeff Bezos (y que luego se aserruchan el piso entre ellos, como lo demuestra la historia de la startup The Not Company. Bendecidos por el gran jefe, Jeff Bezos, reemplazan al poco tiempo a uno de sus cerebros, Pablo Zamora, ponen al alemán Matthias Schmalisch y Zamora queda en calidad de convidado de piedra, junior o perkin, para el cual ellos usan el eufemismo senior scientific advisor. O sea, la ley de la Silvia. O sea, neoliberalismo salvaje. Muchos creemos que hay que contar con las famosas startups y scaleups, pero otra cosa es que tomen el protagonismo que alcanzaron con un simple posteo.

Acuérdense. Los años ochenta fueron el peak de los yuppies, del país ganador, de los jaguares de Latinoamérica y todo eso. Hoy vemos a los que creían en eso vendiendo sanguchitos en un carrito (los que perdieron, el 99%, aunque debería dar cifras más exactas) y los otros se llevan el país a tajadas enormes, como Piñera, que hasta el último día de su mandato se va a ver con los dedos metidos en la caja registradora.

Cifras manipuladas y todo, no creo que gane Kast. Así y todo, ahora las preguntas con la seriedad y rigor realmente existentes en este país de las desigualdades, son varias pero la más pertinente sería: ¿cuánto era en gramos la producción de charqui de guanaco en el año 1823 en la zona del Cajón del Maipo en un radio de una hectárea alrededor del Embalse el yeso?. Quien responda eso, sabrá gobernar un país?. y su equipo ministerial si debe cachar bien, al menos, el mote de: Cuántas pelotas de ping pong caben en un Boeing 747?, y luego saber determinar: cuáles son más redondas que las otras.

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