Conocí al puerco en el trabajo, pertenece a uno de los grupos indígenas del país que dejan sus tierras para trabajar en la cuidad y tener mayores posibilidades de empleo y una mejor remuneración, generalmente lo hacen en la construcción desempeñándose como albañiles, normalmente puede haber entre un 25 y un 30% de estos trabajadores en la plantilla de las empresas constructoras e inmobiliarias, cuando están casados vienen con la familia y sus mujeres trabajan como empleadas domésticas.
El puerco, era de estos inmigrantes internos, estaba casado pero no tenía hijos, de unos 25 años de edad, vestía con su traje típico , como todos ellos lo hacen y cumplía el trabajo de peón, el más bajo de la escala laboral, no se destacaba por capacidad en lo que le encomendaban, pero lo intentaba, incluso las sábados y domingos se desempeñaba como cobrador en un bus de recorrido inter cantonal, ganas de trabajar no le faltaban, una de sus características era su presentación, siempre sucio y descuidado, con la cabellera revuelta y fuera de lugar, por lo que sus propios conterráneos al referirse a él, lo hacían llamándole “El puerco”
Otra de sus características era, su gran afición al alcohol en todas sus versiones: aguardiente, cerveza, vino, chicha, en otras palabras, era más borracho que el vino, bebía hasta quedar en calidad de pañuelo, o de paquete, muchas veces no llegaba a su casa pues se dormía en la puerta de los negocios donde había sido la farra, su mujer ya acostumbrada a los deslices del Puerco, no le ponía mucha atención si llegaba a la casa o no, pero cuando este lo hacía, se dormía y roncaba como locomotora.
El viernes, nuestro protagonista, como de costumbre cobró su semana y se fue a su ocupación preferida, beber, y después de las debidas botellas de lo que haya consumido es esta ocasión, totalmente embriagado se dirigió a su casa, un sitio que estaba siendo preparado para iniciar su construcción, ahí estaba el campamento, que era al mismo tiempo el lugar donde estaría la bodega donde se guardaría el cemento y las herramientas que se usarían cuando se iniciaran los trabajos, ahí El puerco junto a su esposa tenían , su cama, su pequeña cocina, los trastes y sus ropas, el acceso al lugar, debido a la inclinación del terreno, tenía una escalinata construida modelando las gradas en la pared lateral del mismo, que debía tener quizás 20 o 25 peldaños.
Cuando nuestro Puerco empezó a descender, debido a su etílico estado, perdió el equilibrio y bajó dando vueltas hasta llegar al nivel inferior del terreno, donde aterrizó, golpeado, adolorido y magullado, aunque sin mostrar heridas sangrantes ni huesos rotos, los puercos, tienen el pellejo duro, después de algunos minutos con gran esfuerzo se incorporó y trastabillando llegó y empujó la puerta de su casa-bodega con un ruido que despertó a su mujer, esta al ver en el estado que venía se acomodó en la cama y sin decirle nada se durmió de nuevo, El puerco se quedó a un costado de la cama tirado en el piso.
Con los primeros rayos del sol, la esposa despertó a su bello durmiente, como no respondía a la voz de su mujer, esta fue a moverlo y se llevó el susto de su vida, el puerquito durante la noche había entregado las herramientas y su alma a la Madre Tierra.
La mujer corrió a la obra en que trabajaba su difunto marido en busca de su cuñado, que era el segundo al mando en el equipo de albañilería, quien rápidamente reunió a todos los amigos y parientes de la comunidad indígena a la que pertenecían, saliendo en dirección a la morada del puerco y su esposa.
Al llegar al lugar se distribuyeron, unos a bañar el cuerpo del occiso para luego vestirlo y otros a alquilar una camioneta para transportar al grupo a su comunidad, cuando todo estuvo listo acostaron al Puerco en el cajón del vehículo, el resto, once indígenas incluida la esposa y la cuñada, se acomodaron en él y emprendieron el viaje a su pueblo. Cabe mencionar que en la Cosmovisión Andina la muerte es considerada un cambio de vida, por lo que nadie llora pues se entiende que el muerto pasa a formar parte de la Pacha Mama de la cual salió.
La comunidad San Rafael a la cual pertenecían estaba a 180 kilómetros de la ciudad en la que trabajaban y entre los dos puntos había, un puesto policial aduanero en el que revisaban los vehículos. Al llegar ahí, los policías estaban sentados tomando unas cervezas por lo que la camioneta solo bajó la velocidad y los indígenas levantaros sus manos saludándolos, los de las cervezas hicieron lo mismo, como deseándoles buen viaje.
Al llegar a San Rafael fueron directo a la casa del médico de la comunidad, un indígena con título oficial de la Universidad Central del país. Le comentaron el asunto y recibieron el certificado de defunción correspondiente previo pago del trámite. Cuando se reunían en la ciudad antes de ir a la casa del Puerco le avisaron telefónicamente a su familia, quienes después de recuperados de la sorpresa, se encargaron del ataúd y los tramites del cementerio. El festejado fue enterrado en la tierra de acuerdo a las costumbres y con la ceremonia de su vuelta a la Pacha Mama.
La comunidad, demostró a todos los que creen que los indígenas, por no tener la instrucción básica completa son incapaces, están equivocados, ellos empujaron los bordes de la ley, para no salirse de ella, no hagamos de esto un escándalo, no avisar a las autoridades significó que no hubo policías, ni paramédicos, ni periodistas, ni tramites, transportaron entre dos ciudades un cadáver sin necesidad de una ambulancia y, por último, no hacer la autopsia indispensable en estos casos. El Puerco falleció 6.30 am. Y la ultima palada de tierra sobre la sepultura fue a las 15.00 pm. del mismo sábado.
Puerquito: suerte en tu nuevo estado, no bebas compañero y amigo.