Entrelazadas las montañas se alzan sin pudor alguno mientras el sol cadencioso y la neblina de las mañanas copulan aferrándose a la platina de destellos que golpean las ventanas levantadas en este pedazo de territorio a veces primario.
Las flores que bordean sus caminos polvorientos nos dan la bienvenida, testigas de la naturaleza paleolítica que aún se respira en los secos pináculos de los cerros.
El valle cumple así con ese rito de luz desde el despertar de la humanidad. Los pájaros y los colores, aferrados a sus plumas son sumatorias claves de la vida. Su sonoridad cabalga entre las pircas, centinelas rigurosas del paso de los picunches y los primeros escultores de la vaguada, recordándonos que somos pasajeros del tiempo y las piedras, eternos bosquejos del valle y su mixtura.
Los nuevos habitantes de las tierras bajas así como los anteriores, mucho antes del paso del caballo y su jinete llegados del norte con coraza, enmudecen frente al atrio de la cordillera costera, base primitiva tangible para los nuevos artistas plásticos. Esa comunidad apostada ahí recibe esos tributos que hablan sin duda de restaurar valores humanos que hacen sentido de sociedad y captura de civilización. En sus pisadas se restauran las claves del futuro y aparecen bajo ese manto, la obra del hombre que riega los tiempos.
Nuestra cultura que gira en el discurso greco romano abre así su apuesta por la belleza y nutre haciendo un todo con los que allí generan obra cierta, oasis en una fracción de patria, cultura ramificando apegos, Aurora multiplicando las fases de la luna.
Una vez más las artes visuales se entrecruzan con la artes que comulgan la geografía, y ese conjuro amalgama lo que vivimos como humanidad, nos hace recordar lo frágil de un segundo, apostados a veces como dioses y otras meros espectadores de una sociedad que imbuye la verborrea del mercado como único sostén del valor humano.
La cultura nos da la fe en el porvenir. El equilibrio de las nuevas pisadas serán las salvadoras, que comulguen con una nueva semántica de virtudes.
Hernán Cisterna Bustamante
Sociedad Escritores de Chile