¿Sueño o pesadilla?

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El calor se dejaba sentir intensamente aquella noche de febrero. Me imagino que el impedimento para dormir que tenía era común en muchos de los habitantes de la ciudad. El verano había caído con un rigor inusitado ese año. Como todas las noches, aprovechando las vacaciones de verano, una torre de libros esperaba, pacientemente, ser devorada con ansias. Esa noche parecía que iba a ser una noche sin grandes sobresaltos. Era la última jornada del esperado certamen musical viñamarino anual que movilizaba a lo más granado de la farándula nacional, con invitados de otros países de América y unos cuantos de España y sus alrededores.

«Prisioneros de guerra» de Rolando Carrasco, un libro testimonial acerca de los horrores cometidos por la sangrienta dictadura chilena recién instalada, había sido el libro escogido para esa noche. Poco a poco me fui sumergiendo en esos relatos dantescos, horrores que causan espanto cuando la barbarie se instala y la conducta abyecta de seres minúsculos que se ven súbitamente enfrentados al «poder» se transforman en una casta que detenta dominio sobre un grupo humano rebajado y denostado por el solo hecho de sostener y apoyar una nueva esperanza de vida.

Conforme avanzaban las horas, me sumergía en una lectura interrumpida por los sollozos ahogados, atragantados en las gargantas sangrantes de mujeres, niños y curtidos hombres de trabajo que habían sido conducidos hasta el centro de concentración para espetarles verdades que todos desconocían. La irracionalidad, la violencia, la bestialidad que ni siquiera las bestias son capaces de ejercer, era la conducta durante gran parte del día.

«Alma, corazón y pan, Mambrú se fue a la guerra…», la voz del cantautor uruguayo se escuchaba insistente. Era la canción ganadora de ese año, y sus acordes se repetían una y otra vez en la sofocante atmósfera de la noche. Gervasio entonaba el tema en medio de la euforia del monstruo viñamarino. Mientras tanto, intentaba encontrar una posición cómoda que me permitiera enfrentar las últimas páginas de «Prigué» para, posteriormente, dormir. Cada vez que cerraba los ojos, visiones de terror desfilaban por mi mente: cuerpos mutilados, uñas sangrantes arrancadas de cuajo, cuerpos convulsionando y derramando una estela blanquecina sobre la baldosa sucia de la sala de tortura, cuerpos desnudos retorciéndose de dolor en catres de fierro.

Además de las horribles imágenes que se mezclaban con la lectura, había otros eventos inquietantes que se sumaban a la noche. Se hablaba de avistamientos de ovnis en la región, y los testimonios de quienes afirmaban haberlos visto eran cada vez más numerosos. También se rumoreaba que un grupo de delincuentes había entrado a una casa en el barrio con el firme propósito de robar, pero lo extraño era que, según los vecinos, no se llevaron nada valioso.

Algunos decían que, durante la madrugada, se había visto luces extrañas flotando cerca de la vivienda, lo que hizo pensar a más de uno que el robo había sido solo una distracción o incluso algo velado para algo mucho más inquietante.

La mezcla de historias de ovnis y crímenes inexplicables comenzó a generar una sensación de paranoia en la comunidad, y la gente se mantenía alerta, preguntándose si realmente se trataba de simples coincidencias o si algo mucho más extraño estaba ocurriendo en la región.

La noche de febrero se tornaba cada vez más inquietante, con la música de Gervasio de fondo, los horrores del libro en mis manos y los misterios que se cernían sobre la ciudad. El calor sofocante no daba tregua, y la oscuridad de la noche parecía esconder secretos aún más oscuros.

Cristina Flores Martinez
Cristina Flores Martinez
Educadora, actual profesora municipal de la comuna de Puente Alto. Irma Cristina es una de los 10 hijos de don Pedro Flores, dirigente sindical de la Maestranza San Bernardo y de Irma Martínez dueña de casa. Estudió profesora de francés y tiene más de 40 años de ejercicio de su profesiòn. Actualmente esta colegiada en el colegio de profesora.

1 COMENTARIO

  1. «Sueño o pesadilla es una realidad. La ciudadanía está dividida entre un sector pequeño conciente que ve y descubre que la sociedad está dividida entre una mayoría que sabe que existe una explotación injusta y despiadada que la ejercen los pequeños grupos poderosos. Y por otro lado está la mayoría de la ciudadanía que e1s adormecida con el circo y la migajas y que no alcanza a ver la cruda realidad.

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