Desde el sur de Europa,
desde el sur de España,
desde Andalucía.
Estas “paginas sueltas” son, en realidad, la primera y la última de un proyecto que insiste en permanecer.
La primera abre recuerdos de una infancia en los que un paisaje extraordinario es protagonista.
La última entrecierra la memoria e intercala en ese paisaje la impresionante presencia/ausencia de las personas inmigrantes que entregan su vida para llegarlo.
Página 1. El comienzo.
El Bosque de Niebla no debería existir ni aquí, ni ahora. Su esencia más íntima pertenece a lugares remotos, a otros tiempos. La biología, la geología, las ciencias de la tierra y de la vida se empeñan en argumentar respuestas que el paisanaje, con una simplicidad ajena a las dudas, tiene nítidas: es el Levante.
El viento de levante entra por el Estrecho y agolpa las nubes a un lado de las sierras. Entonces, durante 245 días al año, es la niebla. Se hace musgo sobre los troncos de los árboles y lianas que se entrecruzan más allá de alturas imposibles buscando la luz del sol. Después, baja hasta el curso de los ríos- arroyos y, en sus orillas, se torna bosque de galería. Allí, ojaranzos y laurisilvas viven un lenguaje que se creía perdido en el lejano acontecer subtropical del mundo Terciario. Porque el Bosque de Niebla es también la última selva del Mediterráneo.
Con todo, hay quien explica esta singularidad acudiendo, pura y simplemente, a la magia.
La casa familiar se situaba cerca de las estribaciones del Bosque, de cara al Estrecho, mirando al Peñón que cierra la curvatura casi perfecta del arco de la bahía. En días de poniente se ve la costa de África a sólo una decena de kilómetros, trás del mar.
Ya no queda nada de la casa. No se ven siquiera sus cimientos destartalados. Sólo un tronco de palmera, ennegrecido y seco y alto, marca un punto de partida o de llegada. Ahí había estado, ahí queda. En ese lugar exacto arranca la historia de una de las mujeres que la habitó. La historia mínima de una familia común. Será el humilde contar de un acaso.
Última página.
Había concluido el trabajo.
Lo que empezó como una propuesta a su madre para distraer el tiempo lento de una memoria que se iba perdiendo en los recovecos profundos de las edades próximas al final, aquella que retomó la tía Mari Carmen para repensar su infancia, esa edad tranquila en la que puedes coger las nubes con tus manos, había terminado.
Largas horas de transcripción desde una grabadora hasta el papel, llegaban a su fin. Ahora recuerda las primeras palabras, Hay una espesa niebla, es tan compacta que más bien parece un gran manto de nieve que se ha extendido sobre el mar… perezosa, se va retirando… no quiere irse. Pero se va, se va con sus sueños.
Como aprendiz de narradora, se había permitido la licencia de escribir con su voz el epílogo: … Pasa el tiempo. El eco de la casa que fue, se desvanece. Y nosotras, las hijas de las hijas que la habitaron, permanecemos atentas al despacioso acontecer de la niebla y el recuerdo.
Recostada sobre el respaldo de la silla, delante de la pantalla blanca sobre la que tintineaba un guioncito azul, no pudo resistirse. Quería incluir un reconocimiento a aquellas personas que nunca llegarán a estas orillas, un homenaje a su ilusión rota. Quiso añadir un in memoriam para asegurar que todas ellas, de alguna manera, también son este paisaje. Es de justicia, pensó. Y escribió:
Quieta la rosa de sangre sobre la piel
de acero, sobre la piel oscuro acero,
sobre el opaco acero oscuro de la piel.
Sobre la tarde piel gris atormentada
leve hondura de pétalos y sangre, la rosa quieta.
En el blanco desmayo
el polvo sin fin de la tormenta.
Y en el mar desarbolado
muertos navegando la noche.
FIN.
AGUAS.
I DESDE EL RIO HASTA EL MAR, PALESTINA.
Murmullos de agua se deslizan solos
sobre redondas durezas calvas
quietas en el fondo sin fin
de la transparencia.
Atrapando las voces recién nacidas
y las antiguas risas olvidadas,
se hacen clamor de burbujas,
de navegadoras ondas en la corriente,
de miles.
Construyen caminos desde lo profundo del río,
con las manos desplegadas, con los dientes,
y llegan hasta las terribles palabras
que flotan en lo alto, escombros aún vivos,como si quisieran velar al sol.
Pero las nubes se abren en blanco
rubor de rosa.
Descienden en amplia cola de cometa
y se funden en aguas, en azul todo, en vocación de mar.
Ya llegan.
Voces, lenguas agitadas,
casi gritos.
La alegría tendida
sobre una orilla ancha.
Y todo, por fin, es humedad
mientras las piedras descansan.
II AGUAS ADENTRO Y EN LO MÁS HONDO.
En el año 2023, 18 personas murieron al día en las distintas rutas migratorias de acceso al Estado español. Hasta 6.618 personas perdieron la vida en la Frontera Occidental Euroafricana(ruta atlántica y ruta mediterránea). Entre ellas, 363 mujeres y 384 niñas y niños. 84 embarcaciones (cayucos y otras) han desaparecido con todas las personas a bordo.
5.054 personas han muerto en la Frontera Occidental Euroafricana en los primeros 5 meses de 2024, una media de 33 personas al día. 47 embarcaciones han desaparecido con todas las personas a bordo.
(Fuente: Informe Monitoreo del Derecho a la Vida 2023 y primeros meses de 2024 del Colectivo Ca-Minando Fronteras),
Antes de ser algas abandonadas,
rota la sal en los márgenes secos,
fueron cuerpos que descienden
lentamente vacíos de la risa y la mirada.
Quieta sobre ellos, el agua no se cerró.
Adensó una canción de cuna
y en la sombra
inventó un beso para la frente hueca,
un adiós de justicia,
un recuerdo con nombre
que tembló más acá del desierto y sus arenas.
III ROMPIENDO AGUAS.
Corren las aguas piernas abajo
buscando el suelo,
con voluntad propia, imparables.
Sorpresas desconocidas como ríos allá, a lo lejos,
se escurren sin rastro
anunciando lo irremediablemente nuevo.
Y, con la urgencia de lo necesario,
dibujan el camino sin término de la esperanza.
Hermoso…..simplemente hermoso y extremadamente dramático…..simplemente me encantó
Grande, muy grande. Y de corazón, también.
Textos bellos y profundos, deliciosamente enlazados como un oleaje que acaricia suave y golpea fuerte: la mar y la costa llenas de vida y de vidas, y el parto como final y comienzo. Es un gusto leerte.
Palabras que llegan a lo hondo, y estremecen.
me senti dentro de esas letras, de todo el relato… saludos
pura poesia.. saludos
Me gusta muchísimo lo que has escrito. Gracias por compartirlo con todos nosotros.
Una escritura poética incluso cuando es prosa. Contiene recuerdos del pasado, un presente que revelar y atender y un futuro esperanzado: contiene la vida misma. Me ha emocionado.
Celsa, verdaderamente extraordinaria es tu forma de expresión. Con la dulzura, calidez y hondura nos muestras las diferentes caras, tanto las amables y bellas, como las más crueles, que transcurren en un mismo espacio sagrado «el mar».
bien escrito.. de principio a fin….
me parece, solo una mujer puede tener esa perspicacia a la hora de reunir datos y observaciones… genial…