Para tratar un mismo asunto con Raymond Queneau

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El «pitiao» de la foto es Raymond Queneau y a propósito de la convocatoria para el 1er Concurso literario Rosamel del Valle organizado por la Corporación de Desarrollo de Curacaví (CORDESCU) en género «cuento», traigo a colación la oportunidad que se me dio de asistir al Taller de Poesía y Corrección de Estilo que dicta Germán Carrasco Vielma, donde pude conocer y profundizar los escritos de varios autores: Pascal Quignard, Silvio Mattoni, Eugenio Montale, Lyn Hejinian, Lu Chi, Charles Olson, Williams Carlos Williams, Robert Creeley y al Mountain Black College casi entero, entre otros; además de los conversatorios realizados con varios escritores nacionales mencionados en el relato ambientado en Curacaví «Residencial Ema» (inédito aun) de Consuelo Araya.

 

Quien es Raymond?

Raymond Queneau (El Havre,1903-París, 1976) también fue uno de los que analizamos en el taller. «Licenciado en filosofía, escribió poesía, novela y ensayo. De 1924 a 1929 su obra se encuadra en el movimiento surrealista; posteriormente pasó por un periodo de preocupaciones de orden existencial y, por último, fundaría un lenguaje nuevo y original, que recuerda un poco al de Joyce, del que forman parte la fantasía, el humor, el argot y el inagotable caudal de interpretaciones al que conduce la polisemia lingüística. En 1938 comenzó a colaborar en la Encyclopédie de la Pléiade, cuya edición coordinó durante 20 años (1955-1975), y en 1951 fue elegido miembro de la Academia Goncourt. Entre su obra destacan: Le grama (1933), en la que aparece ya la preocupación lingüística que sería determinante en toda su obra, Ché»ne et chien (Roble y perro, 1937), escrita en verso y de trasfondo autobiográfico, Pierrot, amigo mío (1942), con el que rinde homenaje a la retórica clásica, Los hijos del viejo limón (1938), Siempre somos demasiado buenos con las mujeres (1947), Zazie en el metro (1959), que un año más tarde fue llevada a la pantalla por L. Malle, El diario íntimo de Sally Mara (1962) y El vuelo de Ícaro (1975); y entre sus libros de poesía: Bucólicas (1947), Pequeña cosmogonía portátil (1949-1950), de carácter paródico, la recopilaciónCien mil millones de poemas (1961) y Moral elemental (1975). Pero la fama literaria de Queneau se debe, sobre todo, a su obra experimental Ejercicios de estilo (1947). Fue fundador, junto a otras iniciativas, del grupo OLIPO («Taller de Literatura Potencial»). No es fácil encontrar en nuestro ámbito cultural escritores de talante tan sugestivo». (1)

 

La construcción de una obra

Queneau escribe: “En el transcurso de los años treinta, estuvimos escuchando juntos (Michel Leiris y yo) en la sala Pleyel un concierto en el que se interpretaba el Arte de la Fuga. Me acuerdo que lo seguimos muy apasionadamente y que, al salir, nos dijimos que sería muy interesante hacer algo de ese tipo en el plano literario (considerando la obra de Bach, no desde el ángulo del contrapunto y fuga, sino como construcción de una obra por medio de variaciones que proliferaran hasta el infinito en torno a un tema bastante nimio».

En efecto, fue acordándome de Bach muy conscientemente como escribí Ejercicios de Estilo, y muy en especial de esa sesión de la sala Pleyel; pero, ¿era, seguro, antes de la guerra? En cualquier caso, fue mayo del 42 cuando compuse los doce primeros (que, además, han quedado como los doce primeros del libro); pensaba limitarme a eso y titulé este modesto intento Dodecaedro, porque, como es sabido, ese bello poliedro tiene doce caras. El director de una revista muy distinguida que aparecía entonces en zona llamada libre mayo del 42 y que me había pedido un «texto», me devolvió el Dodecaedro con aire consternado, incluso diría con tristeza, como si hubiese querido jugarle una mala pasada.

Aquello no me impidió continuar; en agosto del 42, en noviembre del 42, en julio del 44, una docena más se añadió a Dodecaedro. En febrero de 1945, La Terre n’est pas une vallée de larmes, publicación surrealista y belga dirigida por Marcel Mariën, publicó nueve de ellos con el título Ejercicios de Estilo; una nota decía: «El autor piensa, de este modo, «tratar el mismo asunto». -un incidente real, por lo demás, y trivial- de un centenar de maneras diferentes. Seguramente esos cien capítulos idénticos en cuanto al tema no dejarán de provocar, leídos en hilera (sic), algún efecto en el lector.» Esta nota la había redactado yo, por supuesto. En el transcurso de 1945, escribí otros dieciocho que aparecieron en diciembre del mismo año en Fontaine. En resumidas cuentas, en tres años, había redactado menos de cincuenta; todo el resto fue liquidado durante el verano de 1946 en Isle-sur-Sorgue. Me detuve en los noventa y nueve, juzgando satisfactoria la cantidad; ni tanto ni tan calvo: el ideal griego, vaya.» (2)

 

Ejercicios personales

Respecto de la escritura, una manera de apreciar lo mismo desde otra perspectiva es hacer un listado al que podemos llamar “hechos”. Luego se hace la composición siguiendo los ejemplos de los Ejercicios de Estilo de Raymond Queneau, en este caso con “L” e “I” como sujetos.

Hechos: 

  1. L duerme en su reciente parcela, en Curacaví.
  2. Al despertar L, se fija en su ventana, que tiene gotas de lluvia
  3. El cielo está gris
  4. Después de la ducha, L se mira al espejo.
  5. Camino a su trabajo L se fija en los colores de las hojas de árboles, en el suelo.
  6. En la plaza principal del pueblo, L casi se cae. Una persona la ayuda.
  7. Poco después, en su oficina, L bebe el primer café en grano del día. Parada en la ventana, se fija en el humo que sale por las chimeneas.
  8. Al mediodía L termina con éxito uno de sus trabajos.
  9. Al final del día, sus compañeros de trabajo celebran con ella la obtención de su título profesional, como abogado.
  10. Su familia y su hermana I.

 

Primer Relato

Hasta poco antes de las 07:00 AM, L dormía, pesada y distendidamente en su parcela, comprada sin crédito y ubicada en el pueblo de Curacaví. Puntual, la alarma del reloj la despertó y las gotas de lluvia, pegadas en la ventana, fijaron su vista. Tras un empeño por seguir durmiendo, se fijó en el color del cielo, de un gris ligero. Luego de una ducha corta, solo para terminar de despertar, se seca el cuerpo frente al espejo.

Camino a su lugar de trabajo, advierte la tonalidad de colores en las hojas caídas. La escarcha ofrece poca resistencia a sus pisadas, perdiendo el equilibrio. Antes de caer al suelo, una persona la coge del brazo y la sostiene. Ella apenas le agradece.

Ya en su oficina, parada tras la ventana que da a la calle, bebe su primer café de grano y repara que el humo salido de las chimeneas, se confunde con el color del cielo. Poco después del mediodía logra su cometido laboral, en un juicio ejecutorio. En la tarde, celebra junto a sus amigos su juramento como abogado, en el día anterior. A la ocasión, no invitó a su familia y su hermana I le recriminaría más tarde su desatención para con su madre.

 

Retrógado 

En el día de ayer L, temprano, había jurado como abogado, con sobresaliente. Tras ello, su primera gestión, fue ejecutoriar a un deudor moroso, despojándolo de la vivienda. Su desempeño fue bien calificado y por ello se dio una pausa para beber su primer café. Noto que el color del cielo y el del humo despachado por las chimeneas, era el mismo. Recordó la cara de quien la ayudó en su traspié en medio de la plaza, camino a su trabajo, a causa de la escarcha en las hojas caídas. Esa mañana hizo mucho frío. De nuevo sintió con agrado cómo se veía reflejada en el espejo, mientras se secaba el cuerpo. Estaba tan cansada que, de no haber sido por el despertador, hubiera dormido todo el día, sin reparar en las gotas de lluvia pegadas en su ventana, en Curacaví. Ese día tampoco llamó a su familia por teléfono, pero su hermana I trató de ubicarla, sin éxito.

 

Maldiciones.

Para qué mierda se tuvo que despertar ese día, tan temprano. Nada parecía en su lugar, menos ella frente al espejo, después de la ducha. Comprar la parcela en Curacaví había sido un error. Qué cagada, se dijo. Sin embargo L, agradeció no estar del otro lado de la ventana en período de lluvia. No quiso beber el café en su casa. El brebaje le entrega energía, pero le estropea el estómago. Si bien, en el día de ayer, había aprobado con excelencia su examen de grado, no terminaba de maldecir a sus examinadores, por cabrones y sin poder explicarlo, culpaba a su familia, en especial, a su madre y en menor medida, a su hermana I. Antes de llegar a su trabajo, un transeúnte quedó perplejo por su vocabulario, al exclamar una secuencia de garabatos bien aprendidos, cuando casi cae por esquivar a un montón de hojas otoñales, escarchadas.

Mientras celebraba con sus colegas la obtención de la acreditación como abogado, recordó la fisonomía de quien la ayudó a mantener su equilibrio, antes de llegar a su trabajo, en la plaza: era el mismo a quien más tarde despojaría de su vivienda, con un juicio ejecutorio, debido al retraso en el servicio de la deuda. Aquello, sin embargo, no impidió que siguiera celebrando mientras maldecía: Puto deudor atrasado, se lo tenía merecido…

 

 

1: Resumen de Enfocarte.com

2: Raymond Queneau, 1963

 

Leonel Gatica Cardemil
Leonel Gatica Cardemil
Leonel Gatica Cardemil tiene su enseñanza secundaria completa, la situación militar al dia y la papeleta de impuestos pagada, pero no todos los impuestos y sin muchas ganas. Ha publicado un solo libro: Palabras destiladas ante el silencio de tus ojos en Frankfurt/M y Milan. Participó en los talleres literarios de Carlos Ernesto Garcia en Barcelona; con el Prof Italo Santoro de la Universitaet JW Goethe y en creación y apreciación estética con Germán Carrasco Vielma en Stgo de Chile.

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