Hace poco conversé con quienes apoyan el trabajo de esta humilde concejalía y la tertulia terminó en un análisis sobre el adulto mayor. Quienes integran la asesoría de esta concejalía son personas distintas que, sin intereses oblicuos de por medio, salvo el construir alternativas comunales, se motivan en la participación comunal. Coincidimos en algo: un Curacaví que queremos es un Curacaví por el que se debe trabajar, desde la red social existente: Juntas de Vecinos, agrupaciones funcionales (Curacavi tienen poco más de 400), personas capaces que puedan encontrar una manera de entregar ideas y dedicar trabajo, los concejales que fueron elegidos por votación popular, en definitiva, cualquiera que esté dispuesto a meter sus narices en los problemas que los aquejan, como nos gusta recordar la frase de la difunta concejala María Recabarren Rojas.
El Mapeo
Hicimos un “mapeo” de la composición etaria en Curacaví y los adultos mayores ocupan, cada día más, un lugar preponderante, lo que nos obligará a hacer cosas distintas a los paseos, que por cierto, cumplen su objetivo, pero que no abarcan todo, y ese todo es una política comunal para el Adulto Mayor, concentrándonos en un aspecto de la realidad que no solo es triste, sino que terrible: el abandono, ejercicio de la violencia y apropiación de recursos de los adultos mayores. Pero, que tenemos como política nacional?.
La situación es lamentable. No hay política hacia el adulto mayor. El Gobierno plantea que si la hay porque están los ELEAM. Son recintos donde se agrupan los adultos mayores con la condición básica que sean autovalente; personas que pueden valerse por si mismas, caminar, cocinar, salir y tener funcionalidad, pero es una definición con matices, sobre todo a la hora de llevarlo a la práctica: muchos de nuestros adultos mayores tienen grados de autovalencia. Y me parece que ello no se refleja, hasta donde me pudieron explicar y hasta donde yo pude entender.
Lo que no existe en Chile es un política hacia los adultos mayores no-valente, en particular aquellos que tienen Alzheimer o alguna otra patología cognitiva degenerativa.
La legislación contempla una protección financiera del adulto mayor. Uno podría pensar que se trata de blindarlos contra la invasión que hacen casas comerciales o las mutuales ofreciendo créditos, pero no; esta protección financiera está orientada al interior de la familia. Sucede que a muchos adultos mayores les pasa que de sus miserables jubilaciones, miembros de sus familias se quedan con parte importante de ella, y para poder abordar aquello, esto, que está tipificado como un delito, se ve en el marco de la ley de Tribunales de Familia. Sin embargo, si el que “roba” es un cualquiera, el delito pasa los tribunales civiles o penales; y allí la velocidad del tiempo y las causas son exactamente como las sabemos: de lento y muy lento, para al final quedar “archivado”.
La discusión que se dio en el legislativo fue que hoy día el principal robo hacia el adulto mayor se produce básicamente desde el interior de la familia, en especial hijos y nietos; lo que nos lleva a preguntarnos qué tipo de familia tenemos al día de hoy.
Sin una mirada integral y sin política pública, la real preocupación del Estado va por el carril de los programas y así es como hay recursos para actividades recreativas, las que discriminan positivamente en el adulto mayor en cuestiones tales como: disminución de pagos de pasajes (En Curacaví recientemente se aprobó aquello), salidas turísticas, pero que no contempla al adulto mayor no-valente. Para el autovalente, se acepta que un miembro de la familia lo acompañe, pagando los mismos precios preferenciales.
Es una cuestión de estadística
La no priorización por el adulto mayor no-valente se da porque estadísticamente es un número no significativo, más bien ínfimo.
Una mirada comparativa a países OCDE la podemos hacer con España y Alemania. Estos países centran el cuidado del adulto mayor en el “cuidador principal”, porque reconocen que es éste quien tiene la mayor carga de los no-valente. En Alemania se colocó a un cuidador estatal durante 15 días para que el cuidador principal pueda tomar vacaciones. Además va un asistente social una vez a la semana, y concurre personal del sistema de salud con rondas médicas, etc. En este último país, por ejemplo, cuando el servicio militar era obligatorio, existía la objeción de conciencia para no hacerlo, pero al mismo tiempo el estado ofrecía una alternativa, el llamado Zivildients, que en su mayoría atendía labores en los «Altesheim» (Asilos de ancianos, lugares con altos standares de espacio y que algunos dependen de la iglesia católica, o luterana, del estado, privados o mixtos. Cuando el servicio militar dejó de ser obligatorio, se mantuvo bajo una lógica de empleo juvenil, el acceso de jóvenes para el cuidado de adultos mayores. Con todo y existiendo una vasta experiencia, política publica que se mejora, Alemania enfrenta problemas en este ámbito porque la población se envejece cada día más.
Atacan el problema desde varios ángulos: al valente, al no-valente y, por otro lado, al cuidador principal. Esto se enmarca en la política para que el cuidador principal no abandone su empleo, ya que, según estadísticas, el 90% de los casos se trata de una mujer, la que muchas veces termina abandonando el mercado del trabajo. También se cuenta con apoyo sicológico.
Nada de eso se ha desarrollado en Chile, porque el universo de no-valente se considera ínfimo. Al aplicar diferenciación por grupo etario, recién a partir de los 80 años se aprecian los signos de pérdida de la autovalencia. Sin embargo con el cambio demográfico esto cambiará mucho y en poco tiempo, según OCDE, Banco Mundial o OMS. El INE también lo calculó y el resultado es alarmante: en 25 años más tendremos una población no-valente muy significativa que no contará con una política publica o, como ocurren las cosas en este país, se empezará recién cuando el problema ya sea crítico.
Una política integral
Se requiere de una política pública integral, entre otros aspectos, para aquellos que ya están en no valencia, de un apoyo al cuidador principal (en su mayoría, alguien de la propia familia, siendo por lo general una mujer) y el reconocimiento del trabajo de estas personas, con un sueldo, que pueda ser el resultado de una parte monetaria y otras de prestaciones social, por ejemplo.
Además tener financiamiento para terapias farmacológicas y de participación (dibujar, tejer, actividad, trabajo de la memoria como legado cultural) que logran retrasar la perdida de las facultades cognitivas a los grupos etarios más críticos.
El Legislativo
La Cámara y el Senado tuvieron, no de manera simultánea, Comisiones Especiales del Adulto Mayor. Hoy lo que hay es una Comisión Permanente en la Cámara de “Familia y Adulto Mayor”. En la Comisión Permanente de Superación de la Pobreza y el Desarrollo, también se tratan algunos temas relacionados con el adulto mayor, tales como los cobros de intereses abusivos por parte de cajas de compensación al adulto mayor.
De alguna forma se ha atomizado el problema del adulto mayor y no hay un foco sobre la problemática que determine políticas publicas. No se está estudiando al adulto mayor como adulto mayor, sino que existe esta atomización.
Lo otro interesante es que cuando uno revisa desde el punto de vista estadístico a partir de la CASEN, cuál es el nivel de pobreza de los adultos mayores, aparece el dato que la mayoría tiene vivienda propia, lo que incide respecto de la línea de pobreza, y por consiguiente, de los programas de asistencia, beneficios o bonos. Esto esconde la realidad del adulto mayor en términos de pobreza. Si bien la vivienda aparece como propiedad de un adulto mayor, es la familia la que la ocupa y en casos dramáticos pero cada vez más frecuentes, el adulto mayor está relegado a una pieza o incluso apartado fuera de la casa.
Cuando se trata de adultos mayores hay que hacerse cargo que la familia está ejerciendo violencia sobre éstos cuando lo recluyen a una pieza y no dejan que participe de toda la vivienda; que tenga libre acceso a sus espacios, que se pueda mover por su casa. La cantidad de adultos mayores confinados a un rincón es alto y no existe instrumento estadístico para determinar esto, no se puede recoger. La única forma es la visita permanente de la asistente social, de manera aleatoria, para construir una mirada integra, donde participen, por ejemplo los CESFAM.
Sin una política pública al menos incipiente para un sector de la población que tiene derechos de ciudadanía, ha trabajado para si y este país, son portadores de un legado cultural, el trabajo de Comisiones en el Poder Legislativo no solo es puro ruido, sino que en la práctica, yo diría que un notable abandono de deberes, por cuanto están allí para generar marcos legales que permitan políticas publicas para todos y todas, y estamos hablando de un grupo de chilenos que crece cada día más. No hacer a tiempo algo es propiciar la violencia contra nuestros adultos mayores y de eso, no nos salvaremos.
Por cierto, la realidad del adulto mayor al interior de las familias se da de esta manera no porque se trate de integrantes de la familia con rasgos egoístas y perversos, sino que es una consecuencia de la vida al día de hoy: relaciones laborales precarias, largos tiempos fuera de casa, acumulación de stress, pérdida de la dinámica de vecindad.