En la calle Francisco de Saavedra, al llegar a Germán Riesco, nos sorprende la visión de sus muros, pintados con grandes murales.
El trazo de la bocha, el colorido, los personajes, la temática, nos hace rememorar paisajes y personajes de nuestro país, además de la vida bucólica y la historia de nuestro pueblo.
Si la intención de los artistas era hermosear y transformar la esquina de esta calle, lo logran con creces. Pasar por ahí nos permite pensar que las calles de nuestra comuna se renuevan cuando albergan nuevas obras pictóricas, que son respetuosas con el mundo natural y rural, sus habitantes y costumbres.
Tan distinto a lo que ocurre cuando esas mismas murallas son rayadas con letras ininteligibles, que más que embellecer el lugar, lo ensucian. Ojalá los muros de Curacaví se llenen de estos hermosos murales y le quiten espacio a la palabrería sin sentido.