El olor de las plantas y el de la discriminación

Fecha:

Foto tomada de internet
"Todo, hasta nuestro olor corporal, es un asunto de clase"

Boong- Joon ho

(Corea del sur, director de Parasite)

 

Como el uso de las palabras, el olor de la natura es un buen colador para ver con quién nos involucramos. Creo que hay algo sereno en las mujeres que no temen a los olores, los insectos, la natura. Deben ser buenas en la intimidad. El mundo aspiracional es aséptico y entra con la nariz a cualquier parte. Por mi lado, disfruto los olores, a gimnasio, a friegas de gimnasio, esa mezcla entre olor natural del cuerpo de los gimnasios, los ashrams y los dojos. El olor natural de un cuerpo limpio cuando está en una actividad física estresante

Una vez alguien lleno de nervios, melindres, escrúpulos, se molestó por el olor a ruda confundiéndola con pis de gato, y me di cuenta de lo distinto que percibimos unos de otros los mismos fenómenos. El olor a ruda a mí me fascina, es fuerte, misterioso y quizás por eso a la ruda se la considera como un centinela de las casas. Pero ese aroma a alguien le parecía desagradable. Somos demasiado distintos de alguna gente, quiero pensar que tenemos cosas en común, pero es como cuando estás escuchando un clásico (e.g deep purple) y alguien dice “qué antiguo” no hay mucho que hacer. Más matapasiones que eso es imposible. Qué se puede decir ante eso. Uno cancela de inmediato todo tipo de comunicación, como cuando alguien con toda naturalidad dice una palabra que delata misoginia y homofobia en una conversación y uno simplemente se para y se va. Todavía hay gente que cuenta chistes de homosexuales. Si alguien cuenta algo así, yo al menos me paro y me voy.

El amor tiene que ver con los olores. Hay gente a que no soporta el olor a los cardenales, que en todas partes se llaman geranios, y en Argentina se llaman malvones. No sé siquiera si no les gusta el olor, quizás simplemente los consideran flores de pobre. Me parece que es más bien lo segundo.

En una ocasión me invitaron de una universidad a que hiciera una lectura y conversara con la gente. Fui gratis, era gente joven y quería contagiarme de su entusiasmo y rebeldía. Mientras explicaba algo en un auditorio, hice uso del cuadro de Frieseke: hollyhocks. Los hollyhocks son malvas, algunas gente les llama malvarrosas y son fáciles de encontrar en todos los barrios de distintos estilos, son flores altas. A un joven del público se le ocurrió decir: flores de pobre. No lo podía creer. Pensé que los jóvenes como ellos tenían otro espíritu, que deberían estar pensando en subir cerros, en hacer el amor en la natura, en ir a una marcha combativa, en fumar marihuana, en feminismos, en cambios, en una curiosidad por literaturas extrañas y deformes. Pero no en lo que acababa de escuchar. No hay sed de contracultura, no hay underground. Todos quieren el traje lo más pronto posible, institucionalizarse. Tomé mis cosas y me fui en mitad de la charla. Cabros formateados, perkines culiaos pavos que no se dan cuenta de cómo los moldean. Luago vino la Primavera de ctubre y ahí despertaron varias y varios. Pero hay mañas pegadas desde la dictadura o desde la misma esructura de fundo del país y no se van con nada. Desdictadurizarse es un proceso largo y hay algunos que simplemente no lo logran nunca.

Cierto filósofo habla sobre un niño que ordena una mesa con adornos y platos como una verdadera instalación para dar la bienvenida a su madre. La madre llega y no ve el punto de vista del niño y saca un utensilio como si nada y cambia otra cosa de posición. El niño llora y la madre intenta consolarlo. Ella no vio el punto de vista del niño. Es tan simple como ponerse en el punto de vista del otro. Para alguien, todos los jardines, con achiras o con malvas son simplemente jardines, para otros son todo un mundo. Tienen su propia personalidad. A veces se escucha el satánico desbrozador o el ventilador para despejar las hojas o cualquier máquina centrífugas que arrancan con una piola como una motocicleta y que produce un sonido terrible a la hora en que uno tiene la esperanza de escuchar un chercán o el silencio de la mañana. Para alguien que no ve el cuidado de los jardines y la personalidad que tienen, da lo mismo. Cuando caminaba por Principe de Gales sentía amplificados los aspersores de las canchas de rugby del Grange, chachachachachachac! Cada golpe del aspersor adelgazando el río y aumentando mi odio de clase. O gente regando a las 15, cuando el sol pega directo. Ni hablar de los robos de agua mayores, porque eso y el cambio climático serán el tiburón que se coma al tiburón pequeño que es el Covid 19.

He hablado de una persona que al entrar aun lugar en donde yo estaba estratégicamente sentado para sentir el olor de las rudas, se desesperó y empezó a busca desinfectantes y esos horribles aromas de spray. El claramente no huele lo que yo, no experimenta ese aroma embriagador, extraño y protector que a mí personalmente me deleita. Porque las rudas son centinelas, como un padre o una madre que cuidan sus crías.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Comparta:

Subscribe

spot_imgspot_imgspot_imgspot_img
spot_imgspot_imgspot_imgspot_img
spot_imgspot_imgspot_imgspot_img

Popular

More like this
Related