Así comienza el primer cuento chileno sobre familia homoparental y diversidad sexual editado por el MOVILH (Movimiento de Integración y Liberación Homosexual). En sus 16 páginas, cuenta la historia de un niño que crece y se educa en el seno de una familia constituida por una pareja homosexual. Vale la pena leerlo, de principio a fin, para darse cuenta que este texto es la expresión más genuina de un gran cambio societal que ha venido experimentando nuestro país. Un país que promueve y respeta la diversidad y la no discriminación.
Dice Nicolás: “Todos nacemos de una mamá, pero vivimos con distintas familias. Hay niños que viven sólo con una mamá o un papá, otros con mamá y papá y hay otros que viven con dos mamás o con sus abuelos o tíos. Yo vivo con mis dos papás”.
La inocencia de Nicolás expone una verdad más grande que una catedral: NO EXISTE UN SOLO TIPO DE FAMILIA O FAMILIA “IDEAL”. La diversidad en cuanto a tipos de familia es una realidad tan objetiva e indiscutible como las elevadas tasas de embarazo adolescente, como los miles de abortos clandestinos que año a año se practican en Chile, como el extendido uso de la marihuana, como muchos otros temas catalogados de tabú, y que en la actualidad, y en hora buena, comienzan a debatirse, analizarse, visibilizarse.
La polémica se desató porque este cuento será leído en los Jardines Infantiles de la JUNJI. Muchos sin leerlo, no esperaron a decir que el cuento infantil promovía la homosexualidad. Como si leer el Gato con Botas promoviera a la industria del calzado o si de la lectura de Caperucita Roja se desprendiera la promoción de la violencia contra las abuelitas.
Cada cuento pretende dejar una lección, una moraleja. En nuestro caso, la enseñanza es el respeto a la diversidad de familias que hoy habitan en nuestro país, igualmente dignas, igualmente necesarias.
Hasta hace poco en los textos escolares se invisibilizaba a las mujeres respecto a los hombres, o bien se las encasillaba en labores domésticas. Mostrar la integración de las mujeres a los distintos quehaceres de la vida ha sido un gran desafío para los editores de textos y cuentos escolares. Lo mismo respecto a las minorías étnicas e inmigrantes.
Más allá de eso, si ponemos en el centro de la discusión el bienestar del niño y de la niña, resulta razonable aceptar que si existe amor, cariño y respeto al interior de una familia, da lo mismo como ésta se integre. ¿Deberíamos acaso aceptar una familia con papá y mamá maltratadores por el solo hecho de existir ambas figuras parentales? No quiero decir con esto que la norma de las familias constituidas por un padre y una madre sea el desamor, el maltrato y las faltas de respeto, pero ¿Por qué no aceptar que si el amor es el pegamento que une a las familias, éste no pueda darse tanto en una familia heterosexual como en una homosexual?
Finaliza Nicolás diciendo: “Yo pienso que las familias están compuestas por la gente que nos quiere y que queremos”. ¿Qué opina usted?